LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -El lunes siete de marzo destaparon en la televisión otro agente encubierto de la Seguridad del Estado, envuelto en el viejo ropaje ideológico y tan deshilachado como la revolución cubana.
Dalexi González Madruga, el agente destapado en el capítulo Operación Surf, de la serie televisiva Las Razones de Cuba, se identificaba con el seudónimo de Alejandro y es un joven ingeniero en telecomunicaciones.
Saber que Cuba es el único país del hemisferio que no mantiene relaciones con Estados Unidos, que de ella escapan cada año alrededor de 20 mil personas inconformes con su gobierno o con su vida y que cerca del veinte por ciento de nuestra población vive exiliada, debería ser suficiente para que cualquiera entendiese cuales son las verdaderas “razones de Cuba”. Las razones que nos quieren mostrar en la televisión, en un programa con tan pretencioso nombre, no son de Cuba; son más bien de algunos viejitos desde hace medio siglo nos gobiernan por la fuerza y el terror.
Esperemos, que este reality show socialista de nuevo tipo, no se convierta en un culebrón tan largo como los brasileños de TV-Globo. Al paso que vamos, serán tantos los agentes que cada Comité de Defensa de la Revolución deberá estar listo cada noche que se transmita el programita, para homenajear a algún nuevo “destapado” de la cuadra.
Resulta inexplicable que la Seguridad deba tener tantos agentes para espiar a gente pacífica que, para colmo, lo hace todo abiertamente. ¿Acaso se esconden los periodistas independientes para publicar sus trabajos en internet? ¿O Las Damas de Blanco para caminar por la Quinta Avenida? Estas puestas en escenas de Las Razones de Cuba, calzadas además con constantes spots promocionales, más bien parecen convocatorias de la Seguridad para reclutar agentes contra ese enemigo que nunca llega.
Da risa, y hasta lástima, que un ingeniero en telecomunicaciones, joven y supuestamente talentoso, diga en televisión que más del noventa por ciento de los jóvenes cubanos no se deja engañar por el enemigo. ¿A cuál enemigo se refiere?
Coincido con él en que muchos jóvenes estarían dispuestos a enrolarse en otras “operaciones Surf”. Pero no relacionadas con esas tablas de surfear presentadas en el documental, que se transforman en antenas satelitales y que, según la gente de Seguridad, comprometen nuestra “soberanía tecnológica”. Hablo de tablas de surf de verdad, o cualquier otra cosa que flote y permita escapar a la Florida, para caer en brazos de ese “enemigo”, que hace medio siglo carga la culpa de todas nuestras desventuras.
Siempre serán necesarios los Emilio, David, Alejandro, Julito el pescador o Matías el nica; para asustar al pueblo, mantener la paranoia y tratar de que las calles de Cuba –rotas, sucias, despintadas, llenas de huecos y colas de gente hambreada- sigan siendo “de Fidel”.
Hay en realidad dos convocatorias simultáneas para jóvenes “surfistas”. La primera, muchísimo más atractiva y exitosa en su misión de reclutamiento, promete como premio la libertad y el sueño americano. La segunda, promete a los elegidos quince minutos de fama en un patético reality show patrocinado por una dictadura tambaleante. La elección resulta fácil.