LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 -Vaya usted a saber a qué ley responde la sombra negra que nuestros caciques proyectan sobre todo lo que tocan con su poder absolutista y pernicioso. Pero es una ley inalterable. Ello ha hecho que los cubanos adoptemos una conclusión a priori, siempre la misma, que es ya reflejo condicionado: si algo mejora, es que pasó a manos particulares. Si cada vez es peor, pertenece al Estado.
Ahora lo estamos viendo en ETECSA, la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba.
Luego de exhibir durante décadas una imagen de proverbial mala fama, los servicios estatales de telefonía hicieron sociedad anónima, primero, con una entidad de Italia, y luego, con una china, lo cual les condujo a cambios notables en su gestión.
Al punto que no sería exagerado afirmar que durante los últimos años, y hasta hace muy poco, la empresa que actuó bajo tales asociaciones (ETECSA) era la que mejor funcionaba dentro del caótico panorama de los servicios públicos en la Isla.
Pero ya es sabido que a raíz de la reciente instalación (por cuenta de Venezuela) de un cable para el mejoramiento de los servicios por Internet, el régimen decidió retomar el control absoluto sobre las telecomunicaciones. También sabemos por qué.
Así, luego de funcionar más y menos bien, pero siempre con perspectiva de progreso, a lo largo de unos 15 años, lo primero que ocurrió en ETECSA, tan pronto los caciques volvieron a proyectar su sombra negra, fue el destape de un sonado escándalo de corrupción entre los nuevos directivos. Todavía no se conocen todos los pormenores, ya que han sido ocultados bajo siete llaves. No han trascendido públicamente (y es probable que no trasciendan nunca, como tantas otras pestes) la cifra total de los implicados ni las dimensiones de la fechoría.
Aunque a decir verdad, tampoco al público cubano debe interesarle mucho conocer al detalle aquello que puede imaginar fácilmente, ya que aquí forma parte del diario, en cualquier esfera y en todos los niveles, desde el suelo al cielo.
Más de nuestro interés quizá sería que alguien explicara por qué la buena imagen de ETECSA ha empezado a derrumbarse de pronto, en tanto empeoran sus servicios técnicos, y en sus oficinas comerciales se reestrena aquella viciada atmósfera de inoperancia, desidia y modorra burocrática de las viejas épocas.
Basta con ver las colas, interminables, insufribles, que hoy deben padecer los clientes frente a todas sus oficinas comerciales de La Habana, únicamente para pagar por el consumo del servicio. Uno se pregunta qué tiempo puede quedarles para hablar por teléfono, si emplean casi todo el mes en pagar la cuenta.
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