LA HABANA, Cuba, dicembre, 173.203.82.38 -En el número 40 (agosto) de la siempre atrasada La Calle del Medio, el desencapotado agente Daniel de la Seguridad del Estado hace un pase de su capote -¿de torero sin luces o del Hombre Siniestro de las revistas Bohemia de hace cincuenta y tantos años?- y nos revela que Pánfilo no pedía “jama” (comida) sino “curda” (bebida). Lo que pasó con Pánfilo, explica, fue que el enemigo lo convirtió “en marioneta triste del escándalo mediático”.
Pero no vamos a hablar de la comida y el consiguiente dinero para comprarla que reclamaba Pánfilo (borrachera aparte) y la inmensa mayoría de los cubanos, que de eso se sabe bastante. La noticia es que luego de la extensa entrevista que le hizo el director de la publicación, Enrique Ubieta, y donde lució el entrevistado sus mañas para la ficción –nunca tan bien empleada la palabra- policíaca y el auto-bombo literario, Raúl Capote pasó a engrosar la nómina de los que escriben en La Calle del Medio.
Raúl Capote es el primer topo destapado por la Seguridad del Estado al que conceden el gracioso chance de escribir en la prensa oficial. En definitiva, no es para asombrarse. Excepto Manuel David Orrio, que sí escribía y muy bien, y que ahora sólo puede hacerlo en Insurgente.org, los demás topos (un médico de la lengua larga, un promotor cultural inculto, un chismoso masón de utilería y un reportero semi-analfabeto) no son capaces de escribir medianamente bien una oración afirmativa sencilla, sin faltas ortográficas y de concordancia. Capote no será el gran autor que cree ser o que dice que los yanquis de la CIA se creyeron que era, pero al menos escribe. Y entre tantos imbéciles como hay en las filas de la chivatería encapotada, eso es mucho decir.
Sólo que en La calle del Medio, Raúl Capote, con sus historias inventadas -para el destape- de espionaje de poca monta, tendrá que competir con las historias de espías de verdad de Jorge Wejebe Cobo, que sólo echa mano a viejas historias de segurosos del Monte Barreto cuando no encuentra qué escribir sobre el Mossad, la CIA o el MI 5.
Capote sólo ha publicado dos artículos en La Calle del Medio y ya aburre y repugna con tanto melodrama patriotero y populismo cursi. Como cuando le da por decir que siente “unos deseos inmensos de abrazar a toda esa multitud” que se sienta en el Malecón. Le aconsejaría cuidara esos impulsos, particularmente en el Malecón: lo mismo lo pueden carterear que sonar un gaznatón por jamonero.
¿Por qué el empeño de Raúl Capote de probar a los cubanos que es “uno de ellos”? Nosotros, los escritores disidentes que él espiaba y ahora denigra, tampoco vinimos de otro planeta. El Malecón es de todos. Pero sin poses. ¿Quién le dijo al encapotado que le hacemos pucheros al “alcohol de los obreros” que dice y que no podemos despelotarnos con Los Van Van? Allá él si se creyó héroe y súper-escritor. Ese es su maletín con rueditas. Es mejor que cambie el tema y cuide bien el capotón de las cucarachas.