CORRALILLO, Cuba, junio, www.cubanet.org -Para darle apoyo y un mayor entusiasmo al equipo de béisbol de la provincia de Villa Clara, ganador, este año, del campeonato nacional, se fomentó el Torneo de Los Peloteritos Villaclareños.
Se trata de una agrupación que fue seleccionando el claustro de los profesores de Cultura Física, con algunos alumnos de diversas escuelas primarias del municipio de Corralillo, en la provincia. Estos niños, casi todos premiados en el deporte, se reúnen cada fin de semana en diferentes terrenos de pelota, para jugar y brindar alegría y distracción al público, familiares, amigos, admiradores y curiosos que se reúnen para verlos.
En alguna que otra oportunidad, los magnates de la política en la región, junto a periodistas locales, se han presentado con sus autos de buen confort en los pésimos terrenos de béisbol donde juegan Los Peloteritos, más para que los vean que para ver ellos, y más para se escuchen sus consignas que para escuchar ellos lo que comenta la gente.
Un tema de habitual comentario, uno entre los muchos que esos jerarcas fingen no escuchar, es la mala alimentación que reciben estos prospectos de glorias deportivas para la provincia. En la gran mayoría de los casos son sus padres quienes deben inventar para reunir unos centavos para alcanzarles una merienda cuando terminan el juego.
Si hoy Los Peloteritos visten el uniforme anaranjado del equipo campeón de Villa Clara es porque han sido sus familiares quienes se los han confeccionado. Pues los políticos estuvieron más de dos meses haciéndoles falsas promesas al respecto.
Ni siquiera tuvieron a bien prestar uno de sus confortables autos cuando, durante un partido en el terreno de la zona de Quintín Bandera, el primera base, Carlos Fonseca Martínez, sufrió grave lesión en un ojo, al ser golpeado por una pelota, y no aparecía un transporte para trasladar al niño, desmayado, a una entidad de la salud pública, donde recibiera atención médica urgente.
Un médico que, casualmente, presenciaba el juego, fue quien atendió al niño, el cual, entre una cosa y otra, estuvo tirado sobre el terreno durante más de una hora, hasta que en el auto de un amigo de la familia lo llevaron para el hospital.
Hasta el momento de redactar estas líneas, los funcionarios del deporte en el municipio y en la provincia Villa Clara, todavía no se habían presentado para interesarse personalmente por la salud de la futura estrella, que les propiciará medallas y estadísticas para que puedan seguir paseándose en sus autos de confort. Por lo pronto, parecen estar demasiado ocupados festejando el recién ganado campeonato. Con funcionarios de este tipo, mal anda el futuro del béisbol cubano.