LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -El habanero Manuel Cuesta Morúa, 49 años, licenciado en Historia, tiene en su haber un abultado expediente como luchador por los derechos cívicos de los cubanos. Iluminado pensador político, dirige desde hace años la organización opositora Arco Progresista, sobre cuyo quehacer nos habla en esta entrevista que tuvo la amabilidad de conceder en exclusiva para Cubanet.
Cubanet: ¿Qué es Arco Progresista?
MCM: Es una organización política socialdemócrata. Intenta poner en perspectiva las ideas más modernas del socialismo democrático con las libertades fundamentales de equidad y justicia social, base de la cultura política occidental, síntesis del siglo pasado.
CN: ¿Cuándo y cómo se fundó?
MCM: Las organizaciones socialdemócratas Corriente Socialista Democrática, Partido del Pueblo Cubano y Coordinadora Social Demócrata (organización de antiguos exiliados en Miami), decidimos unificarnos, en el año 2002.
CN: ¿Cuál es la actual proyección de Arco Progresista?
MCM: Tratamos de impulsar una propuesta política nacional democrática, reorientada hacia la ciudadanía, recuperar el valor del ciudadano, más que seguir la vieja tradición de los grupos políticos, de estructura vertical, con fuerte tendencia jerárquica, encerrados en sí mismos, que un pensador llamó partidos de hierro.
Arco Progresista trata que sean los ciudadanos, más que los partidos, quienes decidan. En esa dirección caminamos.
CN: Su postura política es calificada de moderada, ¿desea explicar por qué?
MCM: Siempre se entendió que una posición moderada significa síntesis de los extremos. Soy contrario a los extremos. Los extremistas aparecen siempre como los más radicales. El extremismo en vez de cambiar lo fundamental, va al cambio de forma. La moderación va desde el lenguaje gradual, decente, de respeto, escuchar verdades que puedan decir los otros y hacer cambios radicales. Moderación no es solo acercar los extremos, conciliar, buscar consenso, cambios radicales. Un moderado no puede ir al debate ofendiendo, no habría consenso. Lo otro es de fanáticos, no nos interesa.
CN: En declaración a Patricia Grog, de IPS (diciembre, 2010), respecto a unos cables divulgados por WikiLeaks sobre la oposición cubana, usted afirma: “Es bastante duro el juicio, pero cercano a la realidad. Tengo una visión crítica de nosotros mismos”. ¿Sigue pensando lo mismo, año y medio después?
MCM: Pienso lo mismo. Cuando incursioné en la oposición, nunca lo hice con idea de que tenemos la verdad absoluta, que éramos infalibles. Siempre pensé que el cambio democrático impone la premisa de que podemos equivocarnos. No podríamos imitar al gobierno de creer tener la verdad y nunca cometer errores. Planteé analizarnos a cada paso. Que tengamos la razón democrática no significa necesariamente que tengamos la razón al actuar. Tenemos derecho a participar en la vida pública, política, social, cultural. No pensar que porque estemos del lado correcto de la Historia, hacemos las cosas siempre correctamente. Esto nos llevó al divorcio constante y permanente. No solo entre nosotros, sino con la ciudadanía. Dije eso a la periodista, en 2010, y hoy diría exactamente lo mismo. Sé que la oposición ha madurado, pero todavía comete errores fundamentales. Uno es no confrontar decentemente las diferencias. Tendemos a ofendernos. Eso es inmadurez, como personas y políticamente. Todavía no estamos preparados, al menos psicológicamente, para asumir ese desafío. Los otros nos están observando y dicen: “Bueno, esta gente no es opción para el futuro”. Debemos comenzar por tener un lenguaje decente que nos permita caminar juntos. Tampoco mandar un mensaje falso al mundo de que no tenemos diferencias, que vamos monolíticamente a construir la democracia, porque la democracia no es monolítica. Todo lo contrario, es diferencias.
CN: “La disidencia tradicional -dijo también en 2010- ha tenido el valor de resistencia a lo largo de estos años, independientemente de su capacidad o no de ofrecer alternativas realmente serias”.
MCM: Un amigo decía: “La tradición de un país no se debe quebrar”. Factor sobre todo psicológico. Si usted quiebra la tradición, no tiene en cuenta el valor de los demás, al incorporarlo al debate político o a un proyecto cultural aleja sectores sociales. Los hijos no pueden negar absolutamente a los padres, a los abuelos. Los alejaría de construir también el futuro. El valor básico de resistencia ha sido demostrar al mundo que aquí hay un sector de la ciudadanía que ha dicho ¡basta!, durante años, a un régimen sin futuro, violador de los derechos, incapaz de resolver las grandes necesidades de la población. Sin embargo, ese valor testimonial, de tradición, no se convirtió en la capacidad de alternativa para la sociedad. Creo que si no brincamos, vamos a seguir mirándonos las caras años después, recordando nuestras hazañas, cómo resistimos el apaleamiento del régimen en cada esquina, pero sin capacidad para construir la nueva sociedad.
CN: ¿Cuál es la alternativa de la disidencia para lograr mayor espacio popular?
MCM: Practicar la auto ecología, salir de las aguas estancadas. Dando vueltas en aguas estancadas –sabes que cogen mal olor, se posan bacterias patógenas- nadie va a querer bañarse en la poceta de la oposición. Hay que abrir cauces, abrirse a las nuevas ideas, al ciudadano, a partir de la confrontación con nosotros mismos. Alternativa a potenciar ahora mismo para recuperar credibilidad, demostrar nuestra capacidad de acción, que el régimen nos vea de otra manera, no como grupúsculos sin ofrecer nada nuevo.
CN: ¿Cae dentro de esa perspectiva la propuesta ciudadana Foro Nuevo País?
MCM: Justamente. La hemos venido cocinando desde hace mucho. Salió a la palestra después de amplio debate. Estamos en una época en que la ciudadanía tiene todas las opciones de expresarse. Vamos a refundar, intentar las bases de una nueva nación, un nuevo proyecto abierto al ciudadano. Y decirle: Construye tu futuro. El Foro es una herramienta para que los ciudadanos, sin jerarquías, horizontalmente, tomen las riendas del futuro.
CN: El gobernante Raúl Castro plantea que los cambios están en marcha. ¿Qué opina?
MCM: No hay cambios, solo una apertura más realista. Estaba de espaldas a la realidad con su propuesta de construir no sé qué socialismo. La realidad mutaba. El divorcio se ha cortado, pero no hay reformas. El gobierno simplemente legaliza lo que existía. Nadie venga a decirme que la gente no vendía fritas, jugos, de manera ilegal. Ni que vendían ropas en el mercado negro. Había tráfico de divisas. Construían casas ilegalmente, vendían apartamentos a extranjeros. ¿Qué ha hecho el gobierno? Poner reglas y cobrar altos impuestos. Eso no es reforma. Se requiere un proyecto de país. Seis años después de las supuestas reformas, hay menos alimentos, mucha informalidad, los inversionistas se van, mucha corrupción, mayor crisis de valores. China tenía riquezas a los tres años de comenzada la reforma, lo mismo que Viet Nam, India, Laos. Myanmar ya comenzó el proceso. En América Latina, Brasil, -entre los seis primeros lugares de crecimiento mundial-. México y Chile muestran avances financieros. ¿Qué tenemos los cubanos? Se engaña al mundo cuando se piensa que aquí se están haciendo cambios.
CN: ¿Qué lectura da a la visita de Raúl Castro a China, Viet Nam y Rusia?
MCM: Fue a comprar tiempo. La gran ubre de Venezuela comienza a secarse. Son gobiernos que más o menos mantienen el control económico y político. China prorroga el préstamo, sin nuevos contratos. Con Viet Nam ni siquiera firma contratos. Rusia le promete modernizar el parque militar. La realidad se pinta bien negra para los cubanos.