LA HABANA, Cuba, mayo (173.203.82.38) – Estrella no iba al zoológico de 26, en El Vedado, desde que tenía 10 años, pero el domingo pasado, tras dos décadas de ausencia, retornó con su hija y el esposo. La pequeña fue feliz entre los árboles, las aves y las fieras, mientras ellos revivían las emociones pasadas allí y se preguntaban el por qué de tanta ruina y desolación.
Sintieron pena por los seres enjaulados, pero no quisieron contaminar la alegría de la nena con sus recuerdos de antaño. Al volver a casa pensaron en el león melancólico, en el oso canilludo y sarnoso, en el mono que tira besos y extiende la mano; en las mini praderas desoladas, los fosos vacíos, las aguas pestilentes y en la desaparición de los camellos y dromedarios, elefantes y jirafas, rinocerontes y osos hormigueros, hienas y gorilas, pavorreales, lechuzas y varias especies del aviario, uno de los mayores atractivos del viejo zoológico de La Habana.
Días después, la joven pareja se pregunta ¿cómo es posible tanta desidia?, mientras barajan hipótesis en torno a lo sucedido en el parque de exhibición capitalino. Al especular sobre el posible traslado de especies hacia el zoo edificado a fines de los ochenta en la periferia de la ciudad, una vecina les dijo que aquello está peor. “¿Será que hubo un bombardeo local y no nos enteramos? ¿Serían victimas los animales de plagas desatadas por enemigos del medio ambiente? ¿Ocurriría un suicidio colectivo o emigraron en balsas hacia Florida, como tantos humanos de esta isla?”.
Ante las inquietudes sin respuestas, Estrella y su esposo buscaron información en Internet sobre el Zoológico Nacional de 26, pero apenas evacuaron sus dudas pues, salvo tres bellas fotos sobre la entrada, el lago artificial y una pradera, hallaron cinco artículos con información general, de los cuales el más interesante fue el de Wikipedia, la enciclopedia libre, porque aborda la historia, los animales en exhibición, los fines educativos y los enlaces del centro con entidades similares de Cuba y el exterior.
Supieron que el zoológico de 26, el más antiguo e importante de Cuba, fue inaugurado el 24 de octubre de 1939 en la finca y vivero “La Rosa”, propiedad del Ayuntamiento de La Habana, cuyo alcalde cedió 2 de las 24 hectáreas del lugar para instalar 69 especies de animales a solicitud de varios profesores de la Universidad, quienes con ayuda de la prensa y otras entidades cívicas obtuvieron después toda el área e incrementaron el número de los animales.
Tras leer acerca de la reproducción en cautiverio, el daño provocado por los ciclones de 2008 y curiosidades sobre el ave con pelos (casuar australiano), el búho americano, de 40 años, y los cóndores obsequiados por el ex presidente de Chile, Salvador Allende, Estrella y el marido quedaron en el limbo. Los textos les parecieron muy complacientes, quizás redactados por los responsables del desastroso estado de zoológico.
Finalmente, decidieron recobrar las fotos de la infancia en aquel lugar mágico, entre árboles y animales vigorosos. Cuando crezca la niña compartirán con ella ese fragmento de la memoria, poblado de sueños, alegrías y amor por la naturaleza.