LA HABANA, Cuba, abril (173.203.82.38) – La República de Cuba está divida por provincias, municipios, consejos populares y circunscripciones de barrio, en las que el delegado es la máxima autoridad del gobierno.
El mandato del delegado es por dos años; al término debe rendir cuentas a sus electores en reuniones que se celebran en la calle, frente al Comité de Defensa de la Revolución, y recoger los planteamientos que transmite a la instancia superior.
La noche del 14 de abril asistí a una rendición de cuentas de una circunscripción del municipio Playa, muy concurrida, donde el delegado hizo una amplia exposición sobre su gestión durante dos años. Dijo que en ese tiempo tuvo que aprender muchas cosas, desde el desbordamiento de las fosas albañales, hasta cómo vivía y se reproducía el mosquito Aedes Aegypti, y criticó duramente los basureros creados por vecinos indolentes.
El delegado dio esperanzas, anunció que para el año próximo se instalarían teléfonos en todas las viviendas de la circunscripción; que el Estado había autorizado licencias para el trabajo por cuenta propia, una necesidad del momento, y competencia para el Estado, al que, en muchos casos, los cuentapropistas superan en calidad y oferta. “Algo muy beneficioso –dijo el delegado- ya que ellos pagan un impuesto destinado a crear fondos para el arreglo de las calles y mejorar el alumbrado público”. Aseguró también que no era cierto que estuvieran devolviendo licencias por causa de la tributación, y que, por el contrario, cada día se solicitaban más permisos.
En el capítulo de las quejas, los electores plantearon la ausencia de bombillos en las calles, que de noche eran bocas de lobos; que a falta de funeraria podía muy bien utilizar para ese fin la panadería, que siempre estaba rota; que en la farmacia los medicamentos se acababan el mismo día que llegaban; que el precio de los alimentos y artículos de primera necesidad eran ¡de película!
El delegado prometió trabajar en eso, pero exhortó a la población a mantenerse informada a través del periódico Granma y el noticiero de la televisión, y que vieran cómo andaba de revuelto el mundo, sobre todo Libia, que hasta hace un mes se sentaba a comer en la misma mesa con Obama, y ahora todo andaba patas arriba entre Barack y Gadafi.