LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Impactante fue la noticia sobre las declaraciones de Gerardo Hernández, uno de los “cinco héroes de la Revolución cubana”, en juicio de apelación.
El espía apresado en territorio norteamericano, desmintió recientemente a su gobierno al reconocer que el derribo de dos avionetas de la organización “Hermanos al Rescate”, por pilotos de la Fuerza Aérea de la isla en 1996, ocurrió en aguas internacionales. La nueva estrategia de los abogados de apelación de Gerardo radica en que sus abogados originales erraron al concentrarse en demostrar lo indemostrable: que los aviones estaban en aguas territoriales cubanas; en lugar de tratar de probar que Gerardo desconocía que el gobierno cubano derribaría las naves.
Desde entonces espero con ansia la versión del Estado cubano al respecto. El periódico Granma, el pasado 31 de diciembre, hizo referencia a una carta enviada el 28 por diputados y senadores belgas a congresistas norteamericanos; preocupados los europeos por el “destino de los cinco antiterroristas cubanos”. Casualmente, el artículo apareció un día después que el jefe de los “héroes” reconociera tácitamente que su gobierno derribó, sin justificación alguna, dos aeronaves en espacio aéreo internacional.
El primero de enero el diario publicó cuatro “Mensajes de los cinco héroes”, 3 de ellos firmados por Antonio, René y Fernando. El cuarto, fechado el 15 de diciembre, incluye la firma de todos, con un reconocimiento especial a Gerardo con quien, aseguran, “la maldad se hace suprema”. Indicio de que preparan terreno para justificar su conducta.
Reconozco que recibí con júbilo la noticia. Una vez más, la vida demuestra que la naturaleza humana está por encima de las concepciones ideológicas. Es hora de preguntar a quien le estaba siendo leal Gerardo, a la magnánima revolución o a los asesinos que dieron la orden de acabar con la vida de cuatro jóvenes. Me pregunto cómo quedará la causa de los cinco, tan cacareada por Cuba y sus comités de solidaridad en todo el mundo. Nada justifica los hechos ocurridos el 24 de febrero de 1996. Tienen un solo nombre: Terrorismo de Estado.
El gobierno cubano mintió al decir que las avionetas estaban en territorio nacional y seguirá mintiendo para lograr impunidad. No creo que las declaraciones de Gerardo hagan cambiar su posición.
El asesinato de los cuatro cubanos pesa, principalmente, sobre los hermanos Castro. Tal vez por eso el General Presidente no asistió a la toma de posesión de la nueva mandataria de Brasil, Dilma Roussef.
Hasta hace poco había sólo un hombre dispuesto a pagar por ello. Los dirigentes históricos, doce años atrás, le habían prometido que volvería, aunque estaba condenado por los tribunales norteamericanos a cadena perpetua por conspirar para asesinar.
Aunque hay que reconocer que lo intentaron todo. Por cada uno de los cinco apresaron a 15 disidentes, para luego utilizarlos como moneda de cambio. Desesperado o no, Gerardo se cansó de esperar y decidió luchar por el bien más preciado del ser humano: la libertad.
Una semana después, el pueblo de Cuba desconoce la admisión del espía jefe de la red Avispa. Es como si nada hubiese ocurrido, a pesar de lo trascendental de sus declaraciones. Al parecer, la estrella que representa a los cinco se mantendrá intacta por algún tiempo, a pesar de que una de sus puntas se quebró.