LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Eran aproximadamente las 6:30 p.m, del pasado miércoles 5 de junio. Dora Leonor Mesa Crespo, coordinadora de la no oficialista Asociación Cubana para el Desarrollo de la Educación Infantil, realizaba los trajines del hogar, cuando escuchó sonar el timbre. Abrió la puerta. Un joven le muestra el carné de agente del Departamento 21, de la policía política, y Dora le permite pasar y sentarse, como persona cordial y decente que es.
El agente dijo llamarse Ronald. Y venía a indagar sobre ellay su esposo, Miguel Víctor García Valdez, despedido sin motivos aparentes de la Escuela Internacional de La Habana, en marzo de este año. También preguntó por Manuel Guerra Pérez, periodista independiente que difundió la noticia del despido. Si fue indagación o interrogatorio queda a gusto del lector, lo cierto es que la visita del agente se extendió por más de una hora.
-¿Qué opina usted sobre Manuel?-, fue la primera pregunta.
-Me parece una buena persona-, respondió Dora.
-No estoy tan de acuerdo -reprochó el agente-, porque otra noticia que publicó sobre un joven que murió en una base de campismo, es inexacta-. Y acto seguido, amenazó con que “se van a tomar medidas con algunos periodistas independientes”. Y para rematar, le dijo a Dora:
-Tampoco creo que el despido de tu esposo tenga un matiz político.
Esto último llevó a la mujer a preguntarse si es que el agente pretendía que ella se hiciera eco de la amenaza entre sus colegas. Sin embargo, con naturalidad de pedagoga, objetó al agente:
-Si vamos hablar de mi esposo, es mejor que él esté presente-. Y lo llamó.
Miguel Víctor (ex gimnasta destacado en su época de atleta) ingresó en la “conversación” explicando:
-Trabajé 13 años en esa escuela (exclusiva para los hijos de diplomáticos y de los extranjeros residentes en la capital), pero desde que mi esposa fundó la asociación y creó un blog para promover un sistema de enseñanza independiente, mis jefes comenzaron a verme con malos ojos. Unos meses antes de mi despido, dos o tres maestras iniciaron una campaña para desacreditarme entre mis compañeros, esparciendo el rumor de que en mis turnos de trabajo se extraviaban lápices de colores, reglas, gomas de borrar, etc.
Ese plantel, conocido también por Escuela Inglesa, forma parte de una red mundial, de alto perfil académico, y concede becas para universidades prestigiosas en Estados Unidos. Las matrículas no bajan de mil dólares por alumno, y pueden llegar a los tres mil, en correspondencia con el nivel educacional.
El claustro es mixto, conformado por medio centenar de maestros, cubanos y extranjeros. Los maestros extranjeros reciben salarios en el orden de los 2 mil dólares, mientras que los cubanos apenas reciben cien. En Cuba, el director de la escuela es actualmente un inglés nombrado Ian Morris, y la representante por la parte cubana se llama Silvia Guevara.
Todo el personal cubano, incluido el de servicio, es contratado por la corporación Palco, empresa estatal que abarca hoteles, tiendas, almacenes, embajadas, etc. La paga la fraccionan en moneda nacional y en pesos convertibles. La divisa no se considera salario sino bonificación. No obstante, tienen un impuesto del 10 % de la divisa, desde el 2008. El dinero de los que se jubilan se entrega en un solo monto. Y una vez que cesan en el contrato, no proporcionan finiquito, al parecer una violación a las normas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Tampoco permiten agrupación sindical.
Durante una reunión que sostuvieron los directivos cubanos con los trabajadores, meses atrás, uno de ellos reveló: “Sabemos que existen trabajadores que no simpatizan con la revolución, pero aún así los aceptaremos”, lo cual indica que allí la ideología cuenta.