LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -El crujir de las costillas quebradas por los toletazos, el sonido bronco de los puntapiés y el retumbar de los puños encima de las víctimas, parecen no tener los decibeles suficientes para que el Consejo de Derechos Humanos, tome cartas en el asunto.
Me refiero a la tragedia por entregas que protagonizan los genízaros de las Brigadas de Respuesta Rápida (BRR), los “gorilas” del Ministerio del Interior (MINIT) y los solícitos integrantes de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), tres de los baluartes de la maquinaria que emula, en cuanto a bestialidad y disposición, con las tristemente célebres Camisas Negras aupadas, en su momento, por el fascismo italiano.
Las denuncias efectuadas por diversas entidades dedicadas al monitoreo de los derechos humanos, dentro y fuera de la Isla, terminan, si bien no relegadas por completo, sí en una zona donde no existe la posibilidad de acciones más puntuales.
Una nula o escasa cobertura mediática favorece esta actitud en que formalmente se recibe el sumario de hechos represivos, de ahí las incidencias pasan a un expediente sin que la situación progrese hacia señalamientos críticos o acciones de mayor envergadura.
Al tocar el tema, de ninguna manera cuestiono el trabajo de la red de organizaciones no gubernamentales que hacen todo lo posible por llamar la atención de las brutales represalias por actuar en defensa de las libertades fundamentales, inexistentes en Cuba.
Lo que sí merece traer a colación es el deficiente desempeño de los medios de la prensa internacional acreditados en La Habana, respecto al marginal cobertura frente a las cientos de detenciones y golpizas ocurridas en los últimos meses.
Esa tendencia a la volubilidad, parece ajustarse a las reglas del régimen so pena de ser expulsados del país.
La última paliza, ocurrida en la localidad de Palma Soriano, en el oriente de Cuba, que incluyó varias docenas de disidentes y en la que se aplicaron medidas de fuerza inhumanas, apenas tuvo titulares en los medios más importantes del mundo.
Un amigo periodista residente en Estados Unidos, me dijo que los acontecimientos carecieron de una estimable difusión. Aunque resulta complicado verificar su opinión desde el pedazo de Cuba en que vivo, sin internet y bajo la mirada fatal de delatores y policías, le creo.
Salvo los tweets, blogs, algunos medios digitales e impresos hispanos con base en la Florida y unas pocas organizaciones internacionales, el asunto pasó como uno más dentro de un mundo que prioriza otras tragedias que cuentan con primeros planos en CNN, FOX NEWS, New York Times, Washington Post, USA Today, BBC, Le Monde y The Guardian.
Sin imágenes que arranquen un grito de espanto o un río de lágrimas, es muy difícil mover conciencias en una civilización imbuida en sus propios dramas y cada vez más encerrada en un feroz individualismo, salvo las siempre honrosas excepciones.
Ni las dudosas circunstancias de la muerte, en octubre último, de la Dama de Blanco Laura Pollán en un hospital de La Habana; ni el trágico deceso, el año precedente, del opositor Orlando Zapata Tamayo en la cárcel, tras una prolongada huelga de hambre, por solo mencionar dos de los sucesos más sombríos, lograron penetrar con eficacia dentro del bosque informativo que las grandes cadenas ponen delante de millones de espectadores, cada día. Para cambiar la ecuación, tendría que haber una matanza, que Raúl Castro evitaría a toda costa.
Con esas tundas, alejadas de las cámaras y los micrófonos de Reuter, France Press y compañía, las posibilidades de una efectiva divulgación en la gran prensa, se deshacen en un mar de acontecimientos en los que Cuba sigue ocupando un lugar alejado de los principales objetivos a cubrir.