LA HABANA, Cuba, abril (173.203.82.38) – Lo esperé la tarde del jueves 10 de marzo, a la entrada de la Gran Logia de Cuba, en Carlos III y Belascoaín. Gustavo E. Pardo debía presentarme ese día ante los miembros de la Gran Logia. Por circunstancias ajenas a su voluntad, Pardo se retrasó unos minutos y me marché antes de que llegara.
Después de ver, el lunes 28 de marzo, otro capítulo del bodrio televisivo Las Razones de Cuba, titulado Ayudas peligrosas, comprobé algo de lo que Pardo me hablaba con insistencia: la injerencia del régimen en las actividades masónicas y su interés en controlarlas. Incluso, su influencia en los procesos electorales de la institución, con el objetivo de cerrarle el paso a los jóvenes masones.
Es obvio, después de las primeras entregas de Las Razones de Cuba y el destape de los agentes Emilio y Alejandro, que la dictadura busca motivos para cercenar cualquier forma de disensión. Ahora su interés es manipular al Consejo Supremo de Grado 33 para la República de Cuba, y desprestigiar a Gustavo Pardo, ex Canciller de este Grado, Presidente de la Academia Cubana de Altos Estudios Masónicos y además, colaborador habitual de CubaNet.
En el año 2008, se logró torpedear la aspiración de Pardo al cargo de Soberano Gran Comendador Grado 33. El hecho tuvo su precedente en el año 2007 con una disposición de Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista, exigiendo que Pardo no fuera designado como representante del Consejo Supremo, órgano que lleva151 años de fundado y cuenta con más de 300 miembros.
En octubre de 2010 quedó frustrado el intento de expulsar a Gustavo Pardo y otros siete miembros de la masonería, sólo porque estos solicitaron por escrito a José Ramón González Díaz, Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba, que procediera ante la violación de los estatutos de fraternidad por parte de uno de sus miembros.
Los ataques a Gustavo Pardo en el documental Las razones de Cuba, son sólo más de lo mismo, y buscan impedir que él salga electo Gran Maestro Masón de la Gran Logia de Cuba en las próximas elecciones de 2012.
La estrategia es vieja, una simple fórmula que ha sido utilizada desde los primeros años de la revolución: desprestigiar a todo el que se atreva a desafiar con la verdad a los maquinadores y, por supuesto, presentarlo como agente del “imperialismo yanqui”.
Lamentablemente, al igual que la Gran Logia de Cuba y su Consejo Supremo Grado 33, se sabe que las organizaciones religiosas y las pocas ONGs permitidas en el territorio nacional, también están penetradas por la policía política.
En cuanto al agente encubierto José Manuel Collera (Gerardo), protagonista del más reciente capítulo del detestable culebrón , infiltrado desde el año 1975 dentro de la membresía de la Gran Logia de Cuba, su expulsión de la fraternidad masónica hace ya dos años no fue casual. Se sabía de la pata que cojeaba, o mejor dicho, de la pata que aún cojea.
Manuel Collera, que se dice “martiano fervoroso” y también admirador de Carlos Manuel de Céspedes, sabe que violó las leyes de la fraternidad masónica por más de tres décadas. Al traicionar a la institución, traicionó también a su hermanos masones, incuídos los masones próceres de nuestra Patria: José Martí, Antonio Maceo, Céspedes e Ignacio Agramonte, por mencionar a algunos de los más ilustres.
Está pendiente mi presentación ante la Gran Logia de Cuba, y no pierdo la esperanza de ser parte algún día de la fraternidad masónica de mi país. En otro lugar no lo concibo. No importa que haya otros “gerardos” infiltrados, tratando de interferir en las decisiones de la Gran Logia de Cuba. Me basta con saber que entre los masones cubanos hay hombres como mi presentador, en quien confío, y cuya amistad me honra.