LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 -El censo de población y vivienda que acaba de concluir, es sin dudas el más exhaustivo de todos los realizados en Cuba. Más de 55 mil enumeradores y más de 10 mil supervisores y funcionarios de comisiones, trabajaron durante varios días visitando casas, registrando en planillas y compilando los datos requeridos.
Rogelio Meralla, de la barriada habanera de Jaimanitas, cuenta que este censo le recordó sus días del encierro injusto en la prisión Combinado del Este, porque El Pompy, uno de sus vecinos, escogido por el presidente del Comité de Defensa de la Revolución para anunciar la llegada de los enumeradores, pasó tocando en las puertas y gritando en forma jocosa: “Preparen para recuento”
Esta era la frase utilizada en la prisión para avisar a los reclusos que debían estar listos para ser contados por el oficial de guardia. Rogelio abrió la puerta, invitó a los enumeradores a pasar a la sala y sentarse. Era una pareja de estudiantes, que hizo decenas de preguntas, muchas incomprensibles, otras tontas, algunas capciosas, según Rogelio.
“Me preguntaron de todo. Cuántos vivíamos en la casa, si teníamos propiedad, en qué año se había construido la vivienda y con qué materiales, si estaba trabajando, dónde, qué hacía, cuántos radios hay en casa, cuántos refrigeradores, cuántos televisores, cuántos teléfonos, cuántas ollas, cuántos jarros… El colmo: me preguntaron qué estaba haciendo la semana pasada, a esa misma hora. Les contesté que no recordaba ni lo que había hecho hacía un rato. Pregunté si era una burla hacer tantas preguntas de ese tipo. Me dijeron que no, que en la planilla pedían esos datos, con el objetivo de lograr una cabal comprensión de las estructuras poblacionales y de enfrentar de manera eficaz las nuevas estrategias demográficas”.
Rogelio dice que aunque memorizó el concepto, recitado de carretilla por el que parecía el jefe, no entendió su significado. En todos los países se hacen censos, pero en Cuba todo lo llevan a los extremos. Pone como ejemplo que sus parientes de Miami le contaron que el último censo realizado en Estados Unidos –un país enorme, con más de trescientos millones de habitantes y la mayor economía del mundo- se hizo con un cuestionario de 7 preguntas enviado por correo.
Además, Rogelio sabe que el censo no va a ser real y mucho menos exacto, porque él, como la mayoría de la gente, contestó lo que quiso y no verificaron nada. No tienen forma de hacerlo. De modo que los datos finales seguramente van a estar bien lejos de la realidad; porque durante los últimos cincuenta y tres años los cubanos hemos aprendido muy bien a no decir la verdad y dar la menor información posible sobre nuestras vidas.
Así que al menos para Rogelio, el Censo sólo constituyó un recordatorio de que Cuba es una prisión gigante, en fase abierta. No en balde, cuando Pompy pasó tocando puertas y ordenando “preparen para recuento”, sintió que aunque estaba en la calle, seguía preso.