LA HABANA, Cuba, junio, 173.203.82.38 -El pasado 5 de junio, el Noticiero Estelar de la Televisión Cubana transmitió un reportaje realizado por la periodista Talía González, en su espacio llamado “Comentario Nacional”. En esta ocasión, su trabajo versó sobre los reiterados criterios de la población en contra de la falta de información por los aumentos de precios que se producen en los productos del mercado interno en divisas.
La oficialista González expresó: “En los últimos meses, la red de tiendas en divisas ha transitado por un desabastecimiento de productos de primera necesidad y el aumento de precios de los artículos más demandados. Los cubanos conocemos de la crisis económica mundial y de las estrategias del Estado para acceder al mercado exterior”.
“Sin embargo los márgenes comerciales —o sea, recargos o descuentos— no favorecen hoy los recursos del hogar. Si bien con la canasta básica continúa el subsidio del arroz, el azúcar, los huevos y algunos cárnicos, el grueso de los productos sólo está disponibles en las tienda en divisas, y en ocasiones en moneda nacional, pero a precio muy por encima del salario medio”.
“El pollo, detergente y papel higiénico, se venden hoy a casi el doble del precio anterior; otros, como el aceite, sólo aparecen en grandes formatos destinados a los trabajadores por cuenta propia”.
La cronista se preguntó: “¿A que responde el alza de esos precios si la calidad sigue siendo la misma?
Ante el auditorio popular una señora le dijo a Talía:
“Mire, este pedacito de pollo que usted ve aquí cuesta 2.86 dólares. Esto valía un dólar, —agregó refiriéndose al detergente— y ahora vale 1.45 dólar”.
Otro comentó: “Cuando tú vas a buscar un producto acostumbrado al precio, cuando llegas ya son 10 o 20 centavos más”.
Otro más expresó: “La misma mantequilla era más barata; todo, en la vida real, todo, lo han subido de precio”.
La periodista, aparentando una ingenuidad no común en ella, preguntó sobre el alza de los costos: “¿Y ha sido con previa información o se ha dado cuenta cuando llega?” Otro de los entrevistados decía: “Me he dado de cuenta cuando he entrado al mercado a comprar”.
Con el propósito de profundizar más en las causas que generan estas situaciones, se preguntaba la informadora: “¿De quién es la responsabilidad aun cuando el proveedor es el mismo y es de fabricación nacional? ¿Sobre qué criterios se aumentan estos precios? ¿Seguirán en ascenso? ¿Y por qué no tienen rebajas los productos ociosos o de lento movimiento y esperan a que estén vencidos o a punto de vencer?”
La periodista intentó buscar la respuesta en los centros comerciales a los que acudió, pero, para su sorpresa, pese a su popularidad y rango e investidura político-ideológica, no tuvo mejor recibimiento que el rechazo de empleados y gerentes, entre ellos, seguramente, algunos militantes de la juventud comunista y del partido. Ni siquiera tuvo acceso a dichos establecimientos. Así, ante la audiencia nacional, mostró de lo que es capaz un sistema totalitario.
Aun cuando se identificó: “Somos el noticiero y estamos haciendo un trabajo de los precios”. También preguntó: “¿No podemos estar en la tienda?” Una trabajadora le respondió: “Bueno, mi vida, no; la gerente nos dijo que no podían estar aquí filmando”. “¿Esta tienda como se llama?”, preguntó la periodista: “TRD Línea y L”.
Los espectadores quedamos perplejos ante tan descabellada situación. Preguntó la cronista de dónde provenía la indicación que les prohibía entrar. Respuesta: “De los lineamientos normales de TRD Caribe”.
En otro centro visitado —no identificado— preguntó: “¿Qué decidió el gerente?” Le contestaron: “Pidió autorización y dice que hay que llamar a la sucursal, que no se puede entrar a filmar así; tiene que ser con previo aviso”.
En otro comercio, perteneciente al Ministerio del Turismo, la periodista preguntó: “¿La prensa nacional no puede entrar aquí a grabar?” Y le respondieron: “La prensa no; cualquiera que vaya a filmar tiene que ser con una autorización del Ministerio de Turismo. Nadie puede tomar video, ni cámara; nada, sencillamente”.
“Somos del Noticiero”, ripostó Talía. Le comentaron: “Bueno…” Quedó un silencio adormecedor; yo le diría a Talía que, al parecer, ellos eran del más allá.
Finalmente la corresponsal, señalaba: “Así es muy difícil informar a la población sobre el comportamiento del mercado nacional; la larga lista de trámites para que la prensa acceda a esos lugares, en definitiva públicos, no nos permite hacer un periodismo objetivo. Cada cambio de precio tiene que ser informado a los clientes para que la especulación no ocupe el lugar de la información oportuna”.
El pueblo se encolerizó por la desfachatez con que fue tratado el equipo de reporteros del medio público, así como por la amnesia que han mantenido durante casi dos semanas, sin dar respuesta de quiénes son los responsables y qué medidas se tomaron con los que cerraron las puertas a los medios públicos oficialistas, así como con los que aumentan los precios de los productos de primera necesidad.
Estos periodistas sirven a los intereses del régimen totalitario, trataron un tema delicado y sensible para la población, y a la vez cumplían aparentemente unos de los reclamos ideológicos del partido único, que en su primera conferencia aprobó: “Que los medios audiovisuales, la prensa escrita y digital, con profesionalidad y apego a las características de cada uno, reflejen la realidad cubana en cuanto a su situación económica, laboral y social; que supriman los vacíos informativos, las manifestaciones de secretismo y tengan en cuenta las necesidades de la población”. Esto es una farsa montada.
Estoy convencido de la incapacidad y desvergüenza ideológica de los tecnócratas dirigistas del régimen de los hermanos Castro. La estrategia de alargamiento de su poder continuará empobreciendo espiritual y materialmente a nuestra sociedad; su partido rector está totalmente desmoralizado, su clase política transita por un demencial autoritarismo y su prensa está mutilada.