LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Asediado por los gritos de decenas de defensores del régimen cubano en Estados Unidos, el anticastrista Luís Posada Carriles no podrá, al menos mientras dure su juicio por cargos de perjurios, estar tranquilo. En tanto “los terroristas buenos”, me refiero, los mismos que organizan y dirigen las razias con palos, golpes y llaves de judo sobre sus adversarios en las calles de de Cuba, orientan desde La Habana a su gente en El Paso que griten, pero que nadie le toque siquiera una cana al enjuiciado.
Por otra parte, en Cuba, los voceros de los terroristas buenos, resolvieron declarar héroe a Julian Assange, el hombre de Wikileaks, que atesora 250 mil documentos secretos del gobierno norteamericano, y dicen que el proceso contra él es “una afrenta a la libertad de expresión”. Me gustaría saber, ¿qué suerte correría el cubano al que se le ocurriera robar, y luego colgar en internet un solo documento secreto del Consejo de Estado?
Nuestro gobierno y su prensa, tan dispuestos a defender la libre expresión, siempre que sea fuera de Cuba y le convenga lo que se dice, no actúa igual dentro del país. Prueba muy reciente de ello -una más- es el arresto y maltratos sufridos por el periodista independiente Adolfo Pablo Borrazá, el pasado 4 de enero. Lo rodearon dos autos de la policía, tres motos y nueve agentes de Seguridad del Estado, y lo molieron a golpes, pero por más que busca en Granma no veo la noticia.
Es triste ver como la prensa oficial nunca habla del terrorismo que nuestro Estado aplica contra el pueblo cubano, mientras gasta una fortuna enviando corresponsales para cubrir el juicio de un octogenario supuesto terrorista, en el mismísimo El Paso, Texas.
En cuanto a Julian Assange, me tranquiliza que según nuestra prensa estatal, apropiarse de documentos clasificados de un gobierno y divulgarlos es legal y debe estar protegido por el derecho a la “libertad de expresión”. Eso me hace pensar que estas líneas, y todo lo demás que escriba, no incomodarán a nuestras autoridades. Espero que los colegas de Granma también defiendan con igual ardor mi derecho a la libertad de expresión.