LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -A mediados de los años 50 del siglo pasado, durante el régimen de Fulgencio Batista, el turismo en Cuba cobró auge, pues el controvertido presidente consideraba este rubro como el futuro del país. Bajo su égida, comenzó la construcción de varios proyectos turísiticos, y uno de los más grandes se encontraba al oeste de La Habana. Su primera obra fue un complejo de canales de atraque para yates.
El proyecto se llamó Marina Barlovento, y se extendía desde la ribera del río Jaimanitas, por toda la costa, para concluir en la Marina Sotavento, cuya obra se abandonó apenas iniciada, y nunca se terminó. Según cuentan los trabajadores vinculados al proyecto, el complejo partía desde el bajo de Santa Ana e incluía el río y la punta del mismo nombre, donde hoy se encuentra la Escuela Latinoamericana de Medicina, para concluir en la Playa de Baracoa. Sin dudas, la zona sería un emporio turístico de grandes dimensiones.
Esta obra monumental estuvo a cargo de Papo Batista, hijo del presidente, y del acaudalado Ignacio Almagro, que permaneció en Cuba después del triunfo de la revolución, residiendo en una vivienda de 5ta Avenida, a la entrada del primer canal, hasta la década de los años 70, cuando el comandante de la revolución Ramiro Valdés lo expulsó del país para apropiarse de su residencia.
Inicialmente, la Marina Barlovento fue convertida en la Escuela Superior de Pesca Andrés González Lines, que durante dos décadas compartió el lugar con una base militar de lanchas torpederas.
A finales de los años 80, el gobierno decidió retomar la marina para el turismo y para sede de los torneos de la pesca de la aguja Ernest Hemingway, con participación de yates provenientes de la Florida en los primeros años. El lugar se remozó y rebautizó como Marina Hemingway. Se reparó su hotel, nombrándolo El Viejo y el Mar, y se agregaron varios hoteles y múltiples instalaciones recreativas.
Hoy han desaparecido los famosos torneos de pesca, y también las regatas, que tanta vida le dieron al pueblo de Jaimanitas. Los hoteles han sido destinados a albergar a los venezolanos enfermos que vienen a Cuba para tratar sus dolencias, lo que ha provocado un marcado deterioro de las instalaciones.
La posición del presidente Barack Obama, de bajar la intensidad al diferendo entre Cuba y Estados Unidos, y la necesidad del gobierno cubano de encontrar nuevas fuentes sustentables de divisas, podrían estar moviendo voluntades, a pesar de la poca confianza que inspiran los Castro.
Según aseveran trabajadores de la Marina, que exigieron anonimato, recientemente estuvo anclado allí un gran yate en el que vinieron acaudalados cubanoamericanos, que se entrevistaron con altos funcionarios del gobierno cubano para conversar sobre posibles aperturas a inversiones en el sector del turismo. La información, no obstante, no ha podido ser verificada con otras fuentes.
También según comentarios de numerosos trabajadores de la Marina, existen ya planes de sacar a los enfermos venezolanos de los hoteles y preparar las instalaciones para recibir turistas cubanoamericanos que vengan en sus yates.
Por otra parte, las multimillonarias inversiones brasileras en la construcción del puerto de Mariel, por la magnitud de la obra, parecen estar concebidas con vistas al futuro, y son justificables únicamente si se prevé un volumen de comercio que solo existiría si la Isla tuviera plenas relaciones comerciales con Estados Unidos.