LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 -Hace horas terminó el XVIII Encuentro de las fuerzas izquierdistas latinoamericanas, agrupadas en el llamado Foro de Sao Paulo. El evento tuvo lugar en Caracas bajo los auspicios de Hugo Chávez, y a su término se emitieron diversos documentos sobre cuestiones actuales de la política internacional.
Los congregados anunciaron una inquietante “ofensiva socialista”, a la que el vociferante presidente bolivariano se refirió con gran énfasis en un acto público celebrado al término del encuentro. De paso, los camaradas, como si fuesen venezolanos, proclamaron su apoyo a las ambiciones reeleccionistas de su anfitrión.
¿Se imaginan ustedes las innumerables vestiduras rasgadas y las plañideras declaraciones de “injerencia en los asuntos internos” que se producirían si —digamos— a alguno de los grandes partidos políticos estadounidenses se le ocurriera respaldar de manera pública al opositor Henrique Capriles! Pero no, los rojillos, con su osadía inigualada, parecen haber obtenido una patente de corso para hacer cosas como ésa y aún peores.
Como ya resulta usual, los reunidos no dejaron de culpar al ubicuo totí del “imperialismo yanqui” de todos los males imaginables de nuestros países. Aunque parezca increíble, no dejan de aludir al caso del Paraguay, pese a que quienes han tomado medidas intervencionistas han sido justamente los izquierdistas carnívoros.
En efecto: mientras los Estados Unidos y los gobiernos europeos —e incluso la Santa Sede— han respetado la decisión que, con arreglo a su Constitución nacional, adoptó de manera soberana el Congreso paraguayo, los simpatizantes del Foro no cesan de hablar de “golpe de estado parlamentario” —y ahora también de “manipulación de las vías institucionales”—, y no han desdeñado otras medidas de presión contra el nuevo gobierno de Federico Franco. Algo que apesta a injerencia de la más descarada.
Los otros miembros de Mercosur aprovecharon el conflicto para “suspender” al país guaraní. Esto, a su vez, les sirvió de pretexto para obviar el requisito de ratificación, por el Senado paraguayo, del ingreso de Venezuela en el citado bloque: una treta desfachatada digna de figurar en una nueva versión de la “Fábula del tiburón y las sardinas”…
Aunque en el plano multilateral se ha anunciado que no se tomarán medidas económicas “para no perjudicar al pueblo”, los reunidos en Caracas no dijeron ni media palabra sobre el anuncio público hecho de manera alardosa por Chávez de no enviarle ni un barril de petróleo más “a los golpistas”…
El XVIII Encuentro también pidió al Ecuador, cuya embajada en Londres acogió al inspirador de WikiLeaks, Julián Assange, que le conceda asilo a éste. El canciller de ese estado sudamericano seleccionó nada menos que una reunión de partidarios del polémico personaje para amenazar con emitir un documento “que no tendrá 20 páginas” (¡un libro, nada menos!) para fundamentar la decisión que tomará su gobierno.
El señor Patiño invocó el artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos para justificar la actuación de su país con respecto a Assange. Esto motiva varias preguntas: ¿Será posible que en la cancillería ecuatoriana desconozcan que “el derecho de asilo” al que se refiere ese precepto es el que una persona perseguida puede recibir “en cualquier país”; no en una sede diplomática! ¿Qué ignoren que el asilo en embajadas es una institución exclusiva de Latinoamérica!
Es cierto que, de manera excepcional, algunos otros estados han brindado amparo en sus misiones a perseguidos políticos. Recuerdo ahora el caso del cardenal Mindszenty durante la invasión soviética a Hungría, o el de los chilenos vinculados al gobierno de Allende, perseguidos por las fuerzas golpistas del general Pinochet.
Pero ésas son situaciones excepcionales, de países que están en guerra civil o donde se realizan grandes persecuciones políticas o violaciones masivas de los derechos humanos. ¡Pero hacer eso en Inglaterra! ¡Por la extradición a otra nación ejemplar como Suecia! ¡A causa de varios posible delitos de violación! ¡El colmo de la desvergüenza!
Habría que hacer una aclaración a los miembros del Foro de Sao Paulo y, sobre todo, al presidente ecuatoriano: No, señor Correa; ésos no son países donde un periodista pueda ser perseguido por el solo hecho de criticar al gobierno, como hizo usted en Ecuador con nuestros colegas de El Universo.