LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -El voraz pez león, amenaza para muchas especies marinas y para el medio ambiente en conjunto, está ahora amenazado por los cubanos, no solo atendiendo a razones ambientales, en un intento por frenar su rápida proliferación, sino también por su gustada carne, que se abre paso en los restaurantes particulares, donde el plato cuesta entre cinco y diez dólares, con ganancia de dos dólares por libra para los pescadores.
Así me lo ha referido Salvador Valle, un pescador submarino de Guanabo, pueblo turístico al este de La Habana, quien añade: “Otros gustados peces y mariscos de las aguas próximas a las costas cubanas son cada vez más escasos, por la captura intensiva, que se cotiza a dólar la libra. Sin embargo, el pez león, que puede alcanzar hasta cinco libras, se paga más caro”.
Clientes de pequeños restaurantes de la localidad, consultados al respecto, coinciden en afirmar que el sabor del pez león es delicioso, al tiempo en que queda atrás el tabú de que su carne es tóxica, porque ya se sabe que su veneno, que es medio de defensa, está contenido solo en las aletas.
Resulta frecuente encontrar a pescadores con ensartas de hasta veinte ejemplares de pez león, proponiéndolos por las calles, o directamente en los paladares (pequeños restaurant s privados que generalmente funcionan en las casas de sus dueños), asunto que, de paso, es una señal de alarma sobre su rápida propagación.
Este pez se está apoderando de las aguas del golfo de México, Bahamas, Florida y en el mar Caribe, donde, para mayor preocupación ecológica, las corrientes marinas contribuyen al traslado de los huevos a grandes distancia, aumentando el peligro de su expansión, cada vez menos controlable. Su único “depredador” conocido es el hombre, aunque el pez león va más rápido en su carrera por extenderse.
Oriundo de los océanos Pacífico e Índico, donde mantiene balance ecológico, está considerado una verdadera máquina devoradora. Se conocen sesenta y ocho especies. La Academia de Ciencias de Cuba y el Instituto de Oceanografía recomiendan la eliminación sin cuartel del pez intruso.
En tanto, su pesca, incentivada por la demanda gastronómica, y por la extrema escasez de pescados y mariscos en el mercado cubano, contribuye al enfrentamiento contra la proliferación del pez león.
La mayor preocupación de los pescadores hacia el pez león es por sus tóxicos pinchazos.
Edelmis Olano, pescador de sardinas, también de Guanabo, asegura: “El pinchazo del pez león es idéntico al pinchazo del rascacio. Producen dolor intenso. Una vez recibí el alfilerazo de un pez león que saltaba atrapado en la red y sentí como si pusieran un hierro encendido en la palma de mi mano”.
Pero más duelen las cornadas del hambre, como afirma el viejo proverbio.