LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -La derrota que acaba de experimentar Dayron Robles en la carrera final de los 110 metros con vallas, en la actual olimpiada de Londres, marca el momento culminante en el pobre desempeño del atletismo cubano en esa magna cita deportiva. El corredor antillano no terminó la carrera debido a una lesión muscular, pero quienes presenciaron la competencia por televisión pudieron observar que Robles detuvo el paso, y se llevó una de sus manos a la pierna derecha, después de percatarse de que los estadounidenses Aries Merrit— a la postre ganador de la medalla de oro— y Jason Richardson se le habían adelantado.
Esta magra actuación se suma a los descalabros de la triplista Yargelis Savigne y la discóbola Yarelis Barrios, las que no pudieron acceder a las medallas a pesar de las expectativas creadas en torno a sus resultados. En el caso de Savigne, su no inclusión en la final del triple salto femenino decepcionó a los medios deportivos de la isla, ya que ella había sido campeona mundial en esa especialidad. Yarelis, por su parte, después de conquistar el subcampeonato olímpico en Beijing 2008, tuvo que conformarse ahora con el cuarto lugar. Poco hay que expresar hasta ahora del resto de la delegación atlética cubana, pues con la excepción de Yarisley Silva, medalla de plata en la pértiga femenina, las actuaciones han quedado por debajo de lo esperado.
Es muy probable que una vez concluida esta cita de los cinco aros, los directivos del atletismo cubano se reúnan para analizar estos desalentadores resultados. Y en ese momento una evidencia se apoderará de la mente de todos: las pocas competencias que tuvieron nuestros atletas en los meses que precedieron a la olimpiada.
Robles, por ejemplo, apenas participó en dos o tres carreras en el presente año, y en una de ellas, por cierto, fue derrotado por su joven compatriota Orlando Ortega, ahora sexto en la final de Londres. Una temporada atlética repleta de mítines, reuniones, Ligas de Diamante y otros topes internacionales, en los que brillaron los norteamericanos antes mencionados, y el chino Liu Xiang, contempló con extrañeza al vallista cubano casi ausente de las pistas. Con respecto a la discóbola Yarelis Barrios, la propia atleta, en declaraciones publicadas por el periódico Juventud Rebelde el domingo 5 de agosto, expresó: “Me esforcé al máximo. Sabía que para entrar en medallas debía tirar por encima de los 67 metros, pero era difícil. Solo superé esa marca al principio de la temporada en La Habana. Después tuve pocas competencias y no pude estabilizarme.
La temperatura aquí en Londres era ideal. Yo me sentía bien, pero ellas lo hicieron mejor. Me doy cuenta de que no se puede llegar a una final olímpica con pocas competencias previas. El nivel del disco es muy alto”.
Dos razones fundamentales podrían esgrimirse para justificar la carencia de competencias: la muy recurrente falta de recursos financieros para mover a los deportistas a los distintos escenarios, o una estrategia de los entrenadores que consistió en mantenerlos entrenando en la base de preparación en España, y así crear una nebulosa acerca de las marcas y tiempos con que se presentarían en Londres. La primera consideración sería, como el bloqueo económico de Estados Unidos, una especie de exoneración general, pues a nadie se le podría culpar por lo que la cúpula del poder estima “un elemento objetivo”. Ahora bien, si los reveses atléticos se perciben como la consecuencia de una estrategia equivocada— o un problema subjetivo— no dudamos de que muchos entrenadores y miembros de la Comisión Nacional de Atletismo engrosen la lista de cubanos desempleados.