LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -El nutrido grupo de niños, pertenecientes sin duda a una escuela primaria, avanzaba por la calle organizado en columnas para participar en la revista militar y el desfile del pasado 16 de abril, en La Habana. De vez en vez, uno de los adultos que iba al frente del grupo ordenaba: “Para decir el lema: uno, dos y tres…”. Entonces los niños gritaban en coro: “Obama, cabrón, acuérdate de Girón”.
Era en realidad un lastimoso espectáculo. Lo primero que me vino a la mente fue una escena del libro “El largo viaje”, donde Jorge Semprún describe su traslado, como prisionero de los nazis, al campo de concentración de Buchenwald.
Al paso del dantesco tren de prisioneros por los pueblos alemanes lo aguardaban en las estaciones filas de niños adoctrinados por el nazismo. Y cuenta Semprún haber experimentado la más extraña y a la vez la más desgarradora inquietud al sentir la expresión de repulsa en las miradas y en las voces de aquellas criaturas, que, sin conocer a los prisioneros, sin tener la más ligera idea sobre los motivos por los que iban a prisión, cumplían la orden de odiarlos.
Son diversos los significados que en Cuba otorgamos al término “cabrón”. Ninguno es amable y respetuoso. Aquí suele emplearse para agredir al otro, o para descalificarlo. Es un medio ofensivo por donde quiera que lo vires. Y lleva a una infracción de las normas de convivencia civilizada si se usa como infamia contra una figura pública sobre la que no existe la menor prueba de que sea un cabrón.
Pero todo eso tal vez sería lo de menos si lo comparamos con el hecho de que ninguno de los significados de la palabra cabrón es conocido por los niños de primaria. De modo que ponerla en sus bocas, en plan de manipulación política, representa más que una simple infracción, es un delito. Y grave, en tanto implica un abuso de su inocencia y una violación de sus derechos como ser humano.
Quedaría por ver si el adulto que ordenaba a los niños habaneros que le gritasen cabrón al presidente de los Estados Unidos, aun cuando conozca los diversos significados del término, tenía plena conciencia de su infracción y su delito.
¿Será capaz de valorar ese adulto en justa medida cuánto ha tenido que avanzar la humanidad para que Barack Obama, descendiente de las víctimas de la esclavitud de los negros africanos –uno de los más oprobiosos capítulos de la historia del hombre- y cuánta competencia profesional habrá demostrado él, cuánta seriedad, cuánta honradez, para que decenas de millones de ciudadanos lo eligieran como presidente de la primera potencia económica del planeta?.
Por supuesto que no es capaz, porque también el desarrollo intelectual, espiritual y moral de ese adulto fueron manipulados y retorcidos en su niñez por otros adultos, según ley que rige la espiral embrutecedora de los totalitarismos.
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