LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -El actor español Willy Toledo ya tiene residencia permanente en Cuba. Ha afirmado que su decisión responde a que en su país existe un gobierno dictatorial.
Según las motivaciones que fundamentan su asentamiento en La Habana, debería haber pedido asilo político, pero no, solo estará en la Isla durante 8 meses al año, estancia que alternará con viajes a Sudamérica para participar en diversos proyectos culturales. El período restante lo empleará en visitar a amigos y familiares que viven en España.
Al cotejar todo lo dicho por Toledo, se percibe la búsqueda de un efecto publicitario coronado con una sobredosis de cinismo. Decir que todos los cubanos tienen asegurada vivienda, educación y alimentación es simplificar una realidad llena de matices que se contraponen a todo ese mundo idílico que vaga en su mente.
Alguien que en la actualidad califique de envidiable al sistema de salud pública de Cuba, merece, cuando menos, una trompetilla. El recién llegado se burla del pueblo cubano hasta el desparpajo, a partir de la legitimación de un sistema donde enarbolar un cartel en la vía pública con el eslogan: “Vivan los derechos humanos”, basta para que se desaten las peores consecuencias para la persona implicada.
La desfachatez discursiva de quien presuntamente huye del capitalismo, cobra mayor relevancia al conocer su origen y sus planes a desarrollar desde su nueva residencia. El histrión ibérico es un burgués de pura cepa. Nunca ha sufrido penurias. Ni siquiera tiene reparos en afirmar que vive mejor que la mayoría de los españoles, y “que viviría mejor que la mayoría de los estadounidenses en los Estados Unidos”.
Es otro caso de esos que defienden el socialismo de partido único y economía centralizada, pero sin renunciar a las bondades del capital. De ahí sus advertencias del peligro de las reformas promulgadas por Raúl Castro sobre la probabilidad de que se conviertan en los cimientos de un futuro modelo regido por las leyes de la economía de mercado.
En su obtusa candidez, Willy Toledo no sospecha que en pocos años tendrá que cambiar de residencia. Tal vez opte por asentarse en Corea del Norte, para seguir rumiando sus odios contra las transnacionales y la democracia representativa.