LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -Este fin de año, Norberto vino a pasar las navidades con su hermano, un anciano jubilado, como él. Cuando la hija lo llamó el 28 de diciembre desde Holguín, y supo que no tenían dinero para hacer una comidita el 31, al día siguiente le envió un giro de 500 pesos. Para ello tuvo que llenar dos modelos, porque en cada uno solo se aceptan 300 pesos.
Mientras la joven hacía los envíos, le preguntó a la empleada cuánto demoraba el dinero en llegar a La Habana, y esta le respondió que el trámite se hacía por computadora, así que llegaba enseguida. Entonces la muchacha volvió a llamar a Norberto para darle los números de los giros, y le dijo que podía ir a cobrarlos al otro día.
El día 30, muy temprano, el hombre fue a cobrar a la oficina de correos de Porvenir entre E y Font, Lawton, pero la empleada que lo atendió le dijo que hasta el 4 de enero no había dinero para pagar giros. Y aunque, por supuesto, Norberto protestó, no le quedó más remedio que irse y regresar el día señalado.
Pero entonces recibió la misma respuesta: “No hay dinero para pagar giros. Vuelva el día 6.” Ese día pudo observar que no era el único que no había cobrado su dinero. Había un grupo de personas protestando por la misma razón. Las pobres empleadas no sabían cómo contener a los que reclamaban, y por mucho que explicaban, nadie podía comprender aquello. Disgustado, Norberto exclamó: “¡Pero es que mi hija me mandó el dinero hace nueve días! ¡Hasta en un diligencia podía haber llegado!”
Así, una y otra vez, volvía al correo par ver si había dinero con qué pagarle, hasta que el día 11 de enero una trabajadora les informó a los presentes que hicieran una cola, que del fondo de dinero del correo, aunque no era para pagar giros y no alcanzaría para todos, les pagarían hasta donde alcanzara.
Por suerte, Norberto estaba junto a la ventanilla, así que quedó entre los primeros, a pesar del tumulto que se formó al escuchar a la empleada. Sin embargo, de los dos giros solo pudo cobrar el de 300 pesos, pues el otro no había llegado. Le comunicaron que la reclamación debía hacerla su hija.
Aun así, Norberto y su hermano hicieron ese día una cenita modesta, pero muy agradable, para celebrar, según le dijo el hermano medio en broma, “la Navidad, el Año Nuevo y los Reyes, de un solo viaje”.