LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -Se inicia 2012 con la expectativa de las continuas transformaciones económicas resaltadas el pasado año en ocasión de celebrarse, a finales de diciembre, el Octavo Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba.
La intervención de Marino Murillo, vicepresidente del Consejo de Ministros y nuevo zar económico del país, rasgó las caras a viejas figuras del gobierno; su lenguaje autoritario y aun algo chabacano, aunque claro, caracterizó de manera crítica los desvíos de la economía cubana durante décadas anteriores. Pese al gran séquito de especialistas que rodeaban al anterior jefe supremo, ahora retirado, éste mantuvo el control totalitario, sin dejarse convencer de adoptar medidas que mejoraran siquiera un poco la destrozada economía nacional.
El nuevo equipo gobernante, aconsejado de cambiar el rumbo, trata a duras penas de dinamizar el sistema productivo del país, implementando una especie de cooperativismo multifuncional en diferentes sectores de la producción y los servicios, los que no están exentos del proteccionismo estatal y de la continua monopolización del comercio exterior. Este último rasgo, que no permite la descentralización de las compras por la intermediación de la pequeña empresa privada, también contribuirá a contraer la economía interna cubana, la misma que pretenden desarrollar.
No cabe dudas de las intenciones rectificadoras que han anunciado los nuevos gobernantes, quienes se desmarcan de la dirección en la que el “errante líder” llevó a su pueblo, quemando las naves del “socialismo real” y autodestruyendo “el sueño del bienestar” prometido a generaciones de cubanos, los que ahora deberán acostumbrarse a pagarlo todo y recibir poco: Esa es la nueva estrategia, que excluye luchas reivindicatorias.
El Vicepresidente del Gobierno también llamó la atención sobre los nuevos mecanismos de comercialización en el sector del turismo, la ampliación del usufructo de tierras y la revisión funcional, estructural y productiva de las unidades básicas de producción cooperativa (UBPC), sumergidas en dificultades económicas por el siempre controlador Estado que les limitó su autonomía empresarial.
Cabe significar que aun cuando tratan de infundir un espíritu renovador en las formas productivas agrarias y en las relaciones contractuales, el sector agrario privado no está preparado para mantener una concurrencia estable y segura en el suministro de productos al turismo.
Al respecto, Murillo no habló de la protección y calidad adecuadas del producto agrario, ni de su aseguramiento logístico, conservación de la cadena de frio, envases, transportes y seguridad sanitaria. Estos aspectos son los únicos que podrían garantizar la inocuidad de los alimentos suministrados por los campesinos privados, como garantía segura de su consumo.
El nuevo zar económico tampoco hizo referencia a la necesidad de reestructurar la organización cooperativa agraria, ni de garantizarle los equipamientos necesarios para competir de manera equitativa con las actuales entidades estatales que monopolizan la tecnología y la logística de este tipo de mercado. Sobrevivirá el que tenga los medios apropiados para mantener una actividad muy exigente. No nos llamemos a engaño.