LA HABANA, Cuba, julio (173.203.82.38) – La ya larga saga de derrotas y desilusiones del beisbol cubano en la arena internacional parece no tener fin. En los últimos cinco años se ha convertido en cosa de excepción que la selección nacional, otrora potencia hegemónica en cuanto certamen participara, obtenga una convincente victoria a cualquier nivel.
En esta ocasión fue el tradicional torneo de las ciudades con puerto que cada dos años se celebra en Rotterdam, Holanda. Ahora la representación cubana tampoco pudo hacerse justicia, a pesar de acudir con jugadores de excelente rendimiento en el recién concluido campeonato nacional, y no contar entre los contendientes de turno con grandes potencias como Japón, Corea del Sur y Estados Unidos, ni con ninguna otra selección latinoamericana, las de mayor tradición beisbolera.
Tres derrotas frente a la representación de China Taipéi, mejor equipo de la lid y potencia asiática, generalmente derrotada por Cuba, cerraron el camino a la medalla de oro para un conjunto cubano. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue la derrota ante Curazao.
Resulta preocupante para los entendidos la victoria pírrica frente a la selección de Alemania, un país en el que la pelota apenas se conoce.
Una vez más factores como la ofensiva y la defensa mostraron deficiencias. El capricho oficial de mantener al beisbol de la Isla separado de los circuitos profesionales, y el avance que alcanzan naciones de poca tradición, han mellado la capacidad de los jugadores cubanos para enfrentar los retos de los nuevos tiempos.
Así enfrentamos los aficionados cubanos los próximos retos del beisbol, seguros de que sufriremos, gracias a la empecinada ceguera de los que mandan, nuevas desilusiones y más justificaciones.