LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Aunque el tercer domingo de julio es el día que el gobierno cubano instauró como Día de los Niños, no es hasta el 6 de enero, Día de los Reyes Magos, que las tiendas recaudadoras de divisas son surtidas de juguetes, y que gracias a la “ayudita” que en esos días llega del extranjero, algunas familias compran los más baratos.
La llamada ofensiva revolucionaria, que significó la expropiación de los pequeños negocios que, precariamente subsistían en el país, acabó también con los chinchales de carpinteros y artesanos que, tradicionalmente, fabricaban juguetes y alegraban a la grey infantil con sus creaciones. Los juguetes, buenos y variados, estaban al alcance de todos los bolsillos.
A la caída del bloque socialista, la fábrica de muñecas Lily cerró sus puertas por falta de materia prima, y aquellas populares muñecas rubias, trigueñas y morenas, con bellos ojos de cristal que se abrían y cerraban, y que se encontraban en cualquier tienda en moneda nacional y a precios accesibles, fueron sustituidas por otras, importadas, que cuestan treinta dólares en las tiendas de divisas.
Antes del Día de Reyes, mi vecina Mirtha recorrió durante tres días las tiendas de La Habana, en busca de una muñeca para su nieta. No tenía dólares, y salió a buscar el regalo que pagaría en pesos cubanos. Pero no encontró la muñeca ni otro juguete para sustituirla. Entonces fue a buscar una muñeca de trapo, y no salió de su asombro cuando le anunciaron que costaban 5 pesos convertibles (cuc), la tercera parte del salario mínimo de un trabajador. Llegó a mi casa a pedirme ayuda para hacer entre las dos una muñeca. Sacamos del escaparate varios recortes de tela de distintos colores, buscamos el relleno, preparamos hilos y agujas y pusimos manos a la obra, porque las soluciones de emergencia son algo para lo que somos buenos los cubanos
El resultado fue gratificante. Mirtha quedó satisfecha (yo también), porque su nieta no se iba a quedar sin muñeca el Día de Reyes.