LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Los luchadores por la democracia no debemos olvidar nunca a Miguel Valdés Tamayo, miembro del grupo de los 75, excarcelado por problemas de enfermedad, que falleció el 10 de enero de 2007 en el hospital Julio Trigo de la capital, a los cincuenta años.
En el proceso judicial del año 2003, recogido en la historia como Primavera Negra, se detuvieron, enjuiciaron y condenaron a 75 disidentes; algunos pertenecían a organizaciones opositoras, otros se dedicaban al periodismo independiente, y varios eran bibliotecarios.
Aquellos juicios derivaron en largas condenas; uno de los encausados fue Miguel Valdés Tamayo, acusado de los delitos de traición a la patria, a la soberanía y a la integridad nacional, porque fundó el movimiento Hermanos fraternales por la dignidad. Fue condenado a 15 años de prisión en una cárcel de Camagüey, pero fue trasladado a la capital debido a su precario estado de salud.
Catorce meses después de condenado, Valdés Tamayo fue liberado bajo la figura de “licencia extrapenal”, por un padecimiento cardíaco. Ya en su casa, fue víctima de un acto de repudio, en el transcurso del cual lo acusaron, entre otras cosas, de mercenario al servicio de Estados Unidos.
Sufrió amenazas de muerte en su propia casa y fue detenido en varias ocasiones, interrogado y sus pertenencias incautadas. Tamayo tenía dos visas como refugiado político para viajar a Holanda o Estados Unidos, pero el gobierno cubano le negó la salida del país, doblemente justificada: por su condición de preso de conciencia, y por su enfermedad.
Recordar a Tamayo como el primer mártir de aquel episodio, es recordar también al Grupo del los 75. Tiempo después otro Tamayo, Zapata, también dio su vida por la causa de la libertad, luego de una huelga de hambre de 86 días en una cárcel de Camagüey.