LA HABANA, Cuba, junio (173.203.82.38) – Yailenys y su novio Juan José se van a casar dentro de un mes. Pero Yailenys, lejos de estar contenta, está muy preocupada porque, después de la boda, se irá a vivir a casa de sus suegros. Vivirá agregada con una familia que apenas conoce.
La muchacha teme que su matrimonio termine pronto en divorcio, porque tiene algunas amigas, con situaciones semejantes, que han tomado el camino de la separación como única solución a los problemas que enfrentaban luego de la boda.
La falta de comunicación, la frustración, la pobreza, son algunos de los problemas con que lidian día a día la mayoría de los matrimonios cubanos, además de la aguda alta de vivienda. Los matrimonios terminan con una rapidez asombrosa. Un estudio del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana señala que la proporción entre divorcios y matrimonios cubanos se triplicó de 1970 a 2009.
Según la revista Mujeres, “de cada 100 matrimonios realizados en 2009, 64 resultaron fallidos. Lo que originó que 35 mil 034 parejas se divorciaran”. Agrega la revista: “Es imposible contabilizar las separaciones que quedan fuera de la ley, pero de tenerlas en cuenta harían mayor el alcance de los divorcios”.
La sociedad cubana vive tiempos convulsos. Los despidos masivos han aumentado el desencanto, la gente se siente inestable y esa inestabilidad redunda en crisis familiar. Es preocupante la renuencia de las mujeres a tener hijos. Con un Estado que no ha logrado la estabilidad económica en más de medio siglo, donde el precio de una canastilla supera el salario anual de un profesional, las mujeres lo piensan mucho antes de parir.
Muchos, aunque tienen pareja estable, evitan el matrimonio; prefieren mantener la relación sin casarse. Algunos parejas optan por vivir cada uno en su casa, para evitar los conflictos que ocasiona estar agregados, generalmente en casas donde viven hacinadas más personas que las que caben.
Es eso lo que hubiera preferido Yailenys, vivir cada uno por su lado, pero le fue imposible. Su familia vive en una cuartería de la Habana Vieja, y allí apenas hay espacio para mal dormir.
La relación con sus suegros no es la mejor. Ellos son gente de otra época y les molesta, entre otras cosas, hasta que la pareja llegue tarde a casa. Por su parte, Juan José tuvo una bronca con el hermano, que también vive en la casa, y el ambiente allí está caldeado.
Aunque Yailenys y Juan José son graduados universitarios, ninguno de los dos trabaja. Piensan vivir con lo que gane él, que se dedica a la compra-venta en el mercado negro de cualquier cosa que aparezca. Ella, por su parte tratará de buscar alguna entrada de dinero extra.
Los dos, sin decirlo, saben que su matrimonio está condenado al fracaso.