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Los van van que nunca fueron

LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -Al presidente venezolano Nicolás Maduro le pasó con los diez millones de votos para estas pasadas elecciones del 14 de abril, lo mismo que al ex presidente cubano Fidel Castro con la zafra de los diez millones, en 1970.

De que van, van… Mi madre decía que así vociferaban día y noche por cuanta bocina, radio y televisión existía en Cuba. Los medios de difusión masivos se convirtieron en esclavos de estos slogans. El propio Fidel Castro, puntero en mano, aseguraba frente a las cámaras de la televisión que cumplirían la cifra, e incluso podría ser un poco más. Prácticamente se dejó de producir todo lo demás para producir sólo azúcar.

Marearon al pueblo de Cuba con las consignas. Todos daban por hecho el cumplimiento de la meta de los diez millones de toneladas de azúcar. Pero lo cierto es que de aquella zafra de los diez millones sólo quedó una fuerte resaca. Ni siquiera se acercaron, por no hablar de superar la cifra. La única cosa acertada que tuvo aquel slogan fue el de servir de inspiración para el nombre de una famosa orquesta de música popular: Los Van Van.

A Nicolás Maduro le ha pasado lo mismo. Aseguraba que el pueblo le iba a dar al comandante Hugo Chávez diez millones de votos para estas concluidas elecciones, aunque por otro lado su consigna de campaña rezaba: “Yo no soy Chávez; yo soy chavista”.

“Yo lo voy a derrotar (a Capriles) en las urnas electorales, lo voy a derrotar con un récord de votación. Después del 14 de abril, todos los carcamanes y dinosaurios de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) van a tener que renunciar e irse para sus casas definitivamente”, aseguraba Nicolás Maduro en el programa José Vicente Hoy, trasmitido por Televen.

Pero el candidato socialista se quedó cortico en la cifra de votantes prometida, de la misma forma que Fidel Castro en las toneladas de azúcar. Fue la de Maduro una victoria pírrica (además de muy dudosa), si se tiene en cuenta todo el triunfalismo desplegado por los abanderados del chavismo. Su deseo de que los opositores renuncien y se vayan para sus casas definitivamente, va a tener que esperar.

En Venezuela, a los sueños de los actuales gobernantes de implantar una dictadura chavista o madurista, o bolivariana, o como les quieran nombrar, les pasará como a las consignas triunfalistas de Castro: no se harán realidad.