LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – Es comprensible el lamento de las autoridades cubanas por el curso que han tomado los acontecimientos en Libia. Presumen que los días del vitalicio presidente Muammar al-Gaddafi están contados y nada pueden hacer para detener cualquiera de los desenlaces que, sin dudas, afectarán la historia de este país del norte de África.
La muerte de Gaddafi es uno de los posibles escenarios de salida de este conflicto en plena efervescencia. Otro de los destinos para el dictador libio, si logra librarse del ajusticiamiento en su propio país, es su comparecencia ante el Tribunal Penal Internacional (TPI), para ser juzgado por crímenes de lesa humanidad, al igual que el desaparecido Slobodan Milosevic.
La caída de Gaddafi representaría un golpe para las fuerzas que se alinean tras el ultranacionalismo y el odio hacia Ocidente.
Independientemente de los criterios antagónicos en relación con el militar gobernante, no estaría de más recordar el largo historial de abusos contra su pueblo, sin pasar por alto su complicidad en la perpetración de varias acciones terroristas.
Es imposible olvidar su implicación en los atentados en los aeropuertos de Roma y Berlín en 1985, y la explosión en pleno vuelo del avión de la línea Pan Am, tres años más tarde. Todo dentro de una larga lista de hechos que causaron decenas de muertes de civiles. No asombra la empatía de Fidel Castro con Gaddafi, megalómano empedernido.
A través de su columna en el periódico Granma, Castro insiste en salvar la reputación de su par libio, a sabiendas de que se acerca el fin de su mandato de más de 40 años.
Todos los dictadores no tienen la suerte de morir tranquilamente en el trono. Un ejemplo de tal afirmación, está a punto de concretarse a miles de kilómetros de Cuba. Es de esperar que continúe la retórica en la prensa cubana, con la cual se pretende limpiar la imagen del dictador
Varias fuentes aseguran tener pruebas documentadas de más de 300 crímenes políticos ordenados o permitidos por Gaddafi. En comparación con lo que ha ocurrido en Cuba bajo el totalitarismo, es un dato intrascendente.
Aunque algunos digan que es exagerado decirlo, la muerte y la cárcel en la Isla caribeña no han sido hechos aislados en el transcurso de los últimos 52 años. Detrás de los gestos filantrópicos allende las fronteras, se ocultan sucesos de inequívocas semejanzas con el estalinismo.
Gaddafi es solo un discípulo aventajado de la barbarie totalitaria. En Cuba viven varios maestros de esa asignatura. Gente dispuesta a seguir aplicando el terror contra el pueblo hasta su último día en el planeta.