LA HABANA, Cuba, octubre, w173.203.82.38 -Escuchando a un amigo citar la frase de ¨Los tiranos son grandes porque los miramos de rodillas¨, pienso en lo mucho que hemos sobrestimado al gobierno que reprime y mantiene como esclavos a cerca de once millones de cubanos. Hemos estado durante más de 50 años soportando a un régimen que ha negado, suprimido y eliminado nuestras libertades fundamentales, con la visión fatalista de que los Castro son omnipotentes e invencibles por todo el poder que poseen y que es por ello, prácticamente imposible derrocarlos.
Desafortunadamente son muchos los cubanos que ya se convencieron de que nada podemos hacer frente un enemigo tan grande y poderoso y han decidido entonces claudicar porque ¨no pueden¨. Y eso me recuerda aquel cuento antiguo del ¨Elefante encadenado¨ que narra la historia de un hombre que de niño se preguntaba constantemente cómo era posible que aquel inmenso elefante del circo, que estaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo, no arrancaba, con su descomunal fuerza, la estaca enterrada en el suelo y huía. Sólo cuando aquel niño se hizo hombre, descubrió que el elefante del circo no escapaba porque había estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño. Aquel elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse y, a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. El pequeño elefante volvió a probar sin dudas al día siguiente y al otro y al que le seguía… hasta que un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree que no puede. Se convenció de que era impotente y jamás intentó nuevamente poner a prueba su fuerza.
Y así es como un montón de cubanos vive creyendo que ¨no pueden¨ muchísimas cosas contra este régimen tan poderoso, porque ya antes lo probaron y no pudieron. No puedo… no puedo cambiar el futuro de mi país y nunca podré. Cuando mucho, de vez en cuando sienten los grilletes, hacen sonar las cadenas y confirman el estigma: no puedo y nunca podré.
Pienso que a estos cubanos les haría bien recordar al inmenso, inexpugnable e insuperable régimen de la Unión Soviética, que amenazaba, con su fortaleza pétrea, con quedarse para siempre y, sin embargo, un día cayó y se desmoronó. Resultó que era más débil de lo que se creía y, tengo la absoluta certeza de que el régimen castrista es exactamente igual. Las columnas sobre las que descansa son más débiles de lo que muchos suponen y, por el contrario, el poder que hay en cada uno de nosotros, nuestra fuerza moral y nuestro afán de libertad, será lo que hará que el régimen pierda la cabeza y se quede sin argumentos y sin poder. Todas estas cosas, como ya lo apuntó José María Aznar, ¨siempre inquietan hasta a los tiranos más poderosos”.
Lo que de verdad teme la dictadura cubana es a miles de personas que desde lo más profundo de su ser reclaman el derecho de decidir su propio destino. Personas que saben que las armas más peligrosas y eficaces contra la dictadura son las ideas independientes, la dignidad y la defensa de los Derechos Humanos.
Quizás lo mismo pensaban muchos libios, y precisamente en el día de ayer lograron librarse de un tirano que los oprimió durante 42 años, sólo 10 menos que los nuestros.