LA HABANA, Cuba, septiembre, 173.203.82.38 -En el Nuevo Catauro de Cubanismos de Fernando Ortiz, aparece la palabra ñame como “un tubérculo muy difundido en Cuba”. En nuestro país, además, se le llama ñame a la persona que da muestras de escasa inteligencia, cultura o instrucción.
No son pocos los que afirman que el ñame, junto con la yuca, era cosechado y consumido por nuestros aborígenes. Durante mucho tiempo fue bien recibido en nuestra mesa, ya fuera salcochado con mojo, frito, en puré, en frituras o buñuelos. Sin embargo, a partir de 1959, cuando los campesinos fueron obligados a unir sus tierras en cooperativas, el preciado tubérculo comenzó a desaparecer, porque se dejó de cosechar en estas.
Esto se debía a que los pocos pequeños agricultores que quedaron, sin apoyo gubernamental, estaban obligados a entregar la mayor parte de su producción a la Empresa de Acopio, que pagaba poco y apenas comercializaba esta vianda. Por este motivo, sembraban solamente la necesaria para su consumo, pues, además, atreverse a venderlo a particulares significaba correr el riesgo de perder sus tierras.
No obstante, el ñame se ha vendido en contadas ocasiones en mercados libres campesinos, gracias a la perseverancia de algunos pequeños agricultores que no han dejado que desaparezca. Pero los elevados precios que llega a alcanzar -hasta seis pesos la libra, a pesar de ser un cultivo extremadamente económico- impiden que se recupere el hábito de consumirlo.
Pero no es el ñame la única vianda que desapareció. También la malanga amarilla hace años que no se cosecha.
En el periódico Granma del 4 de septiembre, aparece un artículo titulado “El ñame va imponiendo su ley”, que otorga el crédito por la incipiente recuperación de la cosecha del ñame a la labor de los especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones en Viandas Tropicales (INIVIT). Por otra parte, en dicho artículo se culpa a los agricultores por la escasez de semillas, pues según afirma, estos se las comían.
Arcadio es un campesino que vive cerca de Artemisa, en una pequeña finca heredada de su abuelo. Desde muy joven labraba la tierra junto con su padre y hermano. Se dedicaban a cosechar malanga blanca y amarilla. Junto a la cerca también sembraban ñame. Estos y otros cultivos los comercializaban libremente, sin la intromisión ni persecución de las autoridades.
A partir de 1959 los presionaron para que entraran en las cooperativas, pero como el padre decidió conservar su independencia, solo se les permitía vender a Acopio, bajo las condiciones ya explicadas.
Entonces tuvieron que comenzar a sembrar yuca, calabaza y boniato, y solamente siguieron cosechando la malanga y el ñame para el consumo de la familia, aunque algunas veces lograban vender un poco, discretamente.
Hace algún tiempo, Arcadio trató de comercializar algunos ñames en un Punto de Venta de Productos Agropecuarios, pero el representante de este no se los compró porque la cooperativa que le suministraba la mercancía no los cosechaba, así que si lo agarraban vendiéndolos le podían cerrar el puesto.
En el mencionado artículo se habla de la importancia de la decisión de sembrar ñame, para que “vaya ganando espacio en el gusto y la mesa del cubano”. Sin embargo, no se aclara si este tubérculo desapareció de nuestras mesas por la incapacidad de ciertos “ñames”.