LA HABANA, Cuba, septiembre, 173.203.82.38 -3017 fallecidos y 6000 heridos de más de 100 países, se calcula ocasionaron los atentados terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, en Washington DC, el 11 de septiembre de 2001. Al Qaeda impactó 3 aviones y falló el propósito de agredir presumiblemente la Casa Blanca gracias a la valentía de los ocupantes del cuarto avión, que cayó en las inmediaciones de Shanksville, en Pensilvania.
Imposible borrar la horrible impresión causada por el avión al estrellarse contra la primera torre. Incrédulos aún vimos repetirse la horrible agresión al centro de negocios, donde laboraban, se reunían o conferenciaban inocentes ciudadanos de la Gran Manzana y el mundo. Si eso sentíamos a tanta distancia, imaginamos los sufrimientos padecidos por quienes lo vivieron y el horror de los habitantes de la ciudad más cosmopolita del mundo, la que nunca duerme. La muerte absurda, el dolor por la pérdida de los seres queridos y los traumas de los sobrevivientes son recordados cada año, fundamentalmente este 2011 al cumplirse el décimo aniversario, no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, pues ellos merecen el homenaje, la condena a toda forma de terrorismo y los esfuerzos por lograr un mundo de paz. Además, recordar el hecho contribuye a la formación de valores en los niños y jóvenes, así como a alertar sobre las consecuencias negativas de las posiciones extremas, los odios y la discriminación.
Aquellos acontecimientos cambiaron el curso de la historia. Con la caída del Muro de Berlín en 1989 había terminado la Guerra Fría, los antiguos países integrantes del bloque soviético transitaban mayoritariamente en democracia, había bonanza económica y se procuraba solucionar los conflictos regionales. El recién inaugurado presidente George W. Bush mostraba la intención de priorizar sus relaciones con América Latina y atender los problemas migratorios, patente en el encuentro con su homólogo mexicano. Pero los atentados terroristas torcieron las prioridades, Estados Unidos y una coalición de países se involucraron en la guerra de Afganistán contra los talibanes protectores de Osama Bin Laden, y en marzo de 2003 comenzó la controversial invasión a Iraq. Siguieron muchos problemas, entre ellos, el endeudamiento como consecuencia de esas guerras que ha contribuido a la crisis económica de 2008 y la ulterior recesión, la cual después de cierta mejoría, podría repetirse.
Cuba está inmersa en ese mundo, por más que las autoridades pretendan obnubilar al pueblo mediante la desinformación y la propaganda. Increíblemente el 11 de septiembre de 2001 la radio y la televisión fueron ágiles en mostrar imágenes de los aviones atacando las Torres Gemelas. Quizás porque ya infinidad de cubanos estaban recibiendo llamadas telefónicas de familiares y amigos residentes en Estados Unidos, con las noticias y la confirmación de que ellos se encontraban bien o con la preocupación de no saber sobre la suerte de seres queridos. No obstante, en el cursar de los años ha prevalecido la irracional intención de denostar a Estados Unidos por todos los medios. Usualmente, en especial días antes de esta fecha, para cuestionar la información oficial sobre los hechos se han reiterado los spots y programas especiales en la televisión con documentales sobre los atentados, así como en los medios radiales y escritos.
Este 11 de septiembre no fue posible apreciar los actos solemnes en Nueva York, Washington DC y Pensilvania. Los sentidos y emocionantes homenajes no pudieron ser compartidos por la población cubana. Mientras el mundo entero los recibía por las cadenas de televisión, los cubanos tuvieron que esforzarse para escucharlos por alguna frecuencia de radio de onda corta, en particular Radio Martí y la Voz de las Américas. No parece racional que también los acusen de contrarrevolucionarios o mercenarios por sintonizar las emisoras “enemigas”, cuando las controladas por el Estado, únicas en Cuba, no lo trasmitieron.
Ese proceder ha llamado la atención sobre las motivaciones de las autoridades, que continuaban defendiendo al libio Al Gadafi y al sirio Al Asad, recibían al vicepresidente primero de Irán, y continuaban hablando del “asesinato” de Osama Bin Laden, desconociendo que ese terrorista ocasionó la muerte o mutilación de tantos miles de personas inocentes, y la destrucción en diversas partes del mundo.
El silencio no alejará al pueblo cubano residente en las dos orillas del Estrecho de la Florida, ni impedirá la amistad entre cubanos y norteamericanos. El terrorismo en todas sus formas será vencido.