MADRID, España, agosto, www.cubanet.org -En Cuba nada es lo que parece, aunque la comunidad internacional desde hace muchos años ha aparentado creer al gobierno cuando se erige en portaestandarte de la integración en la diversidad, la actualización económica y la aproximación a la democracia de la cincuentenaria revolución socialista o castrismo. Pero los disfraces siempre terminan con el embate de los acontecimientos inesperados o los despropósitos de las malas compañías.
Por esos derroteros se ha encontrado materiales explosivos, no incluidos en la nota del gobierno de Cuba cursada luego de haberse descubierto equipamiento bélico en el barco norcoreano detenido en el Canal de Panamá, a los que no pudo endulzar la gruesa cubierta de azúcar. Aunque el presidente panameño ha procurado mantener el tono discreto, al parecer para no enturbiar el ambiente de entendimiento en las Américas, puede esperarse varios capítulos más, cuando los especialistas de las Naciones Unidas presenten el informe de la carga, cuyo análisis han tenido que diferir del 5 de agosto por la lentitud de descarga para garantizar la seguridad de la operación.
Hasta los nexos con sus aliados se resienten, ante las dificultades de encontrar gran financiamiento para la imprescindibles inversiones en los países amigos, sobre todo a tenor con los problemas económicos, políticos y sociales en Venezuela, mientras se enrarece el ambiente por las ambiciones de los mandatarios de Ecuador, Bolivia y Nicaragua por asumir el liderazgo dejado por Fidel Castro a Hugo Chávez, y que Nicolás Maduro no ha podido capitalizar, principalmente por su orfandad de inteligencia, carisma y sentido común. Tanto es así que Raúl Castro no asistió a la XII Cumbre del ALBA (Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América), efectuada en Guayaquil el 30 de julio, a pesar de que sus homólogos lo habían arropado en el acto por el 60 aniversario del asalto al cuartel Moncada cuatro días antes.
Los promisorios vínculos con Irán se ralentizaron según se debilitaba la posición interna del presidente Ahmadineyad y se acercaban las elecciones a las cuales no tenía derecho a presentarse por haber cumplido dos mandatos. Hasan Rohaní ganó los comicios el 14 de junio y, a pesar de considerarse reformista, parece contar con la aprobación del jefe supremo Jamenei, ya que la población que en gran parte no había nacido cuando sucedió la revolución de 1979, está agobiada por las restricciones económicas resultantes de las sanciones internacionales por el programa nuclear iraní, así como debido a la política económica aplicada por el mandatario saliente. En la toma de posesión el 4 de agosto mantuvo un tono conciliador, auguró transparencia y abogó por el diálogo. Puede esperarse que sus prioridades estén en esos temas, con perspectivas de reiniciar las conversaciones sobre dicho programa, por lo que disminuiría la proyección iraní hacia los países de ALBA como puerta de entrada a las Américas y propiciadora de más fricciones con Estados Unidos. Esto continuaría restando fuerza al ímpetu con que se abalanzó Ahmadineyad hacia Cuba.
Por otra parte, la bochornosa proximidad con Robert Mugabe, presidente de Zimbabwe desde 1987, continúa a tenor con la información del periódico Granma el 4 de agosto, que refleja el supuesto apoyo popular al dictador de 89 años de edad y a su partido, que el 31 de julio reeditó un proceso electoral amañado. Las nacionalizaciones durante su mandato destruyeron el granero de África y la independencia mal conducida han ocasionado grandes hambrunas por el retroceso económico y social. Espejo en el que pueden mirarse los venezolanos para despertar mientras puedan evitar la catástrofe que ocasionan los regímenes autoritarios. Lamentablemente, cubanos insertados en muy diversas actividades en Venezuela aportan la ineficiencia y el voluntarismo aplicado en nuestro país desde hace 54 años.