LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Entre lineamientos económicos y sociales, chismes polémicos de Wikileaks, la anunciada guerra nuclear que nunca llega, la muerte de la libreta de racionamiento, el despido de más de un millón de trabajadores y la astucia comprobada de los ancianos que gobiernan la isla, los cubanos despedimos el año 2010 y recibimos al que se supone no menos angustioso 2011.
Buena jugada la del gobierno de Raúl Castro cuando anunció, casi a fin de año, la celebración del próximo congreso del Partido Comunista de Cuba en abril. El pueblo está en vilo y ansioso por ver qué sale del dichoso congreso.
Después del último discurso del General, pocos piensan que la eficacia y los principios de una economía sensata reinarán finalmente en el país. Raúl Castro advirtió las consecuencias para el transgresor que intente frenar su “actualización” del modelo económico. ¿Se referiría a su hermano, que siente verdadera fobia por la actividad privada y tradicionalmente la ha atacado?
La última descarga de Raúl no estuvo lejos de las peroratas que daba su hermano mayor cuando nos gobernaba. Siempre lo mismo: errores por aquí (sin especificar nunca quien los cometió) y rectificaciones por allá; pero al final la esencia es la misma, continuamos con el mismo rumbo fatal que llevamos hace más de medio siglo.
Si prestamos atención a todo lo que los ancianitos gobernantes nos han dicho y prometido, llegaremos a la conclusión de que no tenemos muchas razones para recibir con alegría el 2011, y mucho menos para albergar esperanzas de que nuestra vida al fin mejore. Definitivamente, los ancianos y sus parientes siguen tras lo mismo: permanecer en el poder “hasta que la muerte los separe”.
Los ilusos que creyeron en el Máximo Líder pasaron sus vidas esperando la llegada de un futuro mejor, que supuestamente pertenecía “por entero al socialismo”. Pero nunca llegó por culpa del “brutal bloqueo imperialista”. Aunque siempre quedaba la esperanza porque, como oportunamente dijera el Che: El presente es de lucha, el futuro es nuestro. Sólo que la consigna sigue vigente y el futuro no llega.
Ahora nos dice Raúl que los errores se debieron a que no entendimos bien lo que Fidel nos decía y, después de medio siglo sin entender al Comandante, él nos va a aclarar lo que realmente su hermano quiso decir. O sea, la culpa de todo el desastre es nuestra, por brutos que somos.
Por mucho que trato de der optimista, después de analizar la “veracidad y acierto de todo lo dicho por el compañero Fidel”, sigo incrédulo y escéptico. Con esas verdades y aciertos, sí que acabaremos de hundirnos.
En realidad, siempre estuvimos hundidos, sólo nos mantenía más o menos a flote el chorro de dinero que nos daban los soviéticos. La “revolución” siempre ha sido una “mantenida” disfuncional, que ha vivido gracias a subsidios y donaciones. Pero la Unión Soviética desapareció y ahora el dinero, aunque menos, llega de Venezuela. Lo malo es que Caracas no es Moscú, y las cosas a Chávez no le van del todo bien. Es por eso que ha sido inevitable “rectificar los errores” y perfeccionar (ahora sí) el socialismo.
Será interesante ver como nuestros viejitos tramposos controlan la candela que se les viene encima este año.