LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Tico es un cubano que no ha ido nunca a una iglesia, pero respeta todas las religiones. Tampoco pertenece a ningún grupo de oposición, pero no tiene pelos en la lengua para dar su opinión sobre cualquier tema.
Es inteligente, ha leído, y su verbo es fluido. Parece estar, además, bien informado sobre la disidencia cubana.
Cuando lo veo en su casa y le pido que me dé su opinión sobre la visita del Papa Benedicto XVI, y si la misma podría lograr un cambio de actitud en el gobierno en su trato con la disidencia, toma la pose de personaje famoso y me dice de un tirón lo que tiene entre pecho y espalda. De su extensa respuesta sólo extraigo una síntesis:
“Cuando el Sumo Pontífice Benedicto XVI se vaya de Cuba, ciertamente nada habrá cambiado. Al menos en lo que respecta a todo lo que debe ser cambiado, como diría Fidel Castro. El sistema político de un partido único se mantendrá inamovible, la libertad de prensa continuará amordazada, la libertad de reunión y asociación, desterradas. Los grupos de oposición seguirán fuera de la ley, y sus líderes perseguidos o encarcelados”.
Como parte de sus profecías a corto plazo, me dijo también Tico: “Yoani Sánchez, la bloguera, seguirá como la Penélope de Serrat, sentada en el andén, sin viajar a ningún lado, aunque la invite el mismo Papa. No habrá acceso a internet para los periodistas independientes, aun cuando hubiese posibilidades de conexión para todos los cubanos. No habrá oportunidades iguales para todos, sin tener en cuenta sus ideas políticas. Las calles y los empleos seguirán siendo para los revolucionarios”.
Pretender que el Papa pueda convencer a los dirigentes cubanos de que el sistema político de partido único, la censura a la libertad de expresión, y la prohibición a la libertad de reunión y asociación son prácticas antidemocráticas, significa, según Tico, “lo mismo que pretender que los dirigentes cubanos puedan convencer a los líderes de la iglesia católica de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres dioses en lugar de uno”.
Aquí Tico hace una pausa. Me dirige una mirada de profesor titular, y vuelve a la carga:
“Quizás Benedicto XVI logre comprarle a la disidencia cubana unos días de tranquilidad, retrasar arrestos y posponer actos de repudio. Lo mismo logró Juan Pablo II en su visita a Cuba, en el año 1998, sin que pudiera evitar, apenas un lustro después de que su avión partiera, que setenta y cinco disidentes y periodistas independientes fueran arrestados y condenados a largas penas de cárcel.
“Para la iglesia católica cubana –añade Tico- sí pueden continuar los cambios. Ella ganará algún que otro espacio adicional para poder apacentar y aumentar su rebaño, lo que a fin de cuentas es la misión que, según se dice, le encomendó Dios”.
Tico no es un politólogo de renombre, pero no hace falta que lo sea para que la disidencia sepa que dice verdad cuando concluye: “Acortará también la iglesia católica la ventaja que le sacan las iglesias protestantes en eso de las buenas relaciones con el gobierno, pues fueron las primeras en darse cuenta que hay que darle al César lo que es del César, para que este le dé a la iglesia lo que es de Dios. El reino de los cielos de estas iglesias no es para los opositores, pueden estar seguros”.