LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – Cuando mi televisor funcionaba, apenas veía los telediarios, pero hay programas tan burdos y manipuladores, que hasta mis vecinos desinformados los comentan con desdén. A veces me entero por ellos o por los SMS de amigos con acceso a Internet. Hasta hace dos semanas no sabía de la existencia del telebasura Las razones de Cuba, donde glorificaron a tres topos infiltrados en agrupaciones pacíficas que defienden los derechos humanos en la isla.
Desde mayo de 2008 la televisión, acostumbrada a enmascarar verdades inconvenientes y santificar mentiras alevosas, no tocaba fondo. En aquel momento la guaracha televisiva reactivó el fantasma enemigo con imágenes de tres opositores acusados de interactuar –teleconferencia por medio- con el Presidente de los Estados Unidos. Semejante delito sirvió para asustar a los incautos y denigrar a Jorge L. García Pérez (Antúnez), Martha B. Roque y Bertha Soler, además de meter en el saco a la sede diplomática de los Estados Unidos en La Habana e injuriar a Vladimiro Roca, vástago de aquel Roca Calderío que precedió a Fidel Castro al frente del Partido Comunista.
En marzo de 2011 las campanas tocan a rebato contra nuevos rostros apacibles de alto nivel intelectual y gran valor ético. Hasta el martes 22 el centro de las ofensas fue el ingeniero Dagoberto Valdés, ex director de la desaparecida revista Vitral, y líder de una página digital que disgusta a los censores, y la célebre Yoani Sánchez, creadora del premiado blog Generación Y, de la Academia Blogger de Cuba y fundadora del portal cyber Voces Cubanas.
Como el éxito personal y el reconocimiento mundial son pecados mortales bajo una dictadura despótica centralizada, tanto Dagoberto como Yoani soportan la tensión desde la tolerancia, el trabajo diario y sus propuestas de futuro. Yoani, denigrada días atrás por el periódico Granma, subió a la web el primer programa Razones ciudadanas, que podemos difundir en http://www.vimeo.com/21317045
Con semejante respuesta basta esperar activamente, sin amedrentarnos ante los chicos de Seguridad del Estado que tocan a las puertas de madrugada, detienen a los opositores en las calles y ordenan a los tribunales la apertura de expedientes y hasta las condenan que deben dictar.
Las oscilaciones del péndulo no solo tocan contra los supuestos mercenarios, el rehén norteamericano condenado a 15 años de prisión y el “enemigo imperialista” usado como proa por los ancianitos anclados en el poder y atrapados por el odio, la inoperancia y la corrupción. La difamación contra personalidades cívicas alternativas revela el temor del gobierno a la difusión de las ideas democráticas que difunden en sus escritos. Nuestra población desinformada es, paradójicamente, la víctima esencial de la diatriba contra esos líderes de opinión lapidados por la maquinaria de propaganda comunista.
Como la rabieta televisiva es cíclica, el péndulo vuelve a oscilar. Vale pues, lo que expresé en mayo de 2008:
“Nuestros medios informativos reproducen el discurso del poder. Detrás de la soberbia, la distorsión y los arquetipos están presentando a la oposición. Reconocen su existencia pero la simplifican bajo el paragua de la administración norteamericana. Es una forma de ganar tiempo y evadir sus propuestas democratizadoras.
El fantasma del enemigo es poco creíble. Las personas carecen de otras fuentes informativas, pero no son tontos. Saben leer entre líneas y conocen que hay cosas en juego detrás del show mediático del diario Granma, el Noticiero, el programa Mesa redonda y los espacios radiales encadenados a la infamia estatal. Denigrar es un placer pero la vida no se reduce a los intereses de una élite burocrática ni a los comisarios del partido único”.