LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – La vecina Ana Luisa es una mujer robusta que pocas veces se enferma, y cuando eso sucede, acude a la medicina verde, de la que dice: “me enorgullezco, porque sé bastante”. Es capaz de recomendar hierbas para varios males, y la forma de prepararlas.
Hace unos días, cuando tuvo fiebre, dolor en las articulaciones y retortijones de estómago, ella misma se trató con sus hierbas. No es la primera vez que se ha curado una maleza de estómago con tapón y menta americana que, por cierto, abundan en los jardines cubanos.
Entonces recibió una noticia que la llenó de preocupación y miedo. Por su cuñado, que vive en Arroyo Naranjo, se enteró de que durante una reparación se rompió una tubería de aguas albañales que contaminó el agua potable. Ana Luisa está cansada de ver la porquería corriendo las calles, y pensó que lo mismo puede pasar en cualquier parte de la ciudad. Además, muchas veces el agua para tomar viene sucia, por lo que ha puesto en la llave una gasa para colarla. Finalmente, decidió ir al médico.
Como muchos, teme que el cólera llegue a Cuba, traído por los médicos desde Haití. Cuando le transmitió a la doctora su preocupación, y le dijo sus síntomas, la médica le preguntó si había tenido vómitos, a lo que la vecina respondió que no. Descartado el cólera, le recetaron sales hidratantes y no dejar de comer. Además, debía hervir o filtrar el agua.
Ana Luisa salió de la policlínica mitad aliviada, mitad preocupada: el gas que le toca sólo le alcanza para cocinar. ¿Cómo herviría el agua? Y de filtrarla ni hablar. “¿Quién tuviera –pensó- los 60 CUC que cuesta un filtro en la shopping?”.