PUERTO PADRE, Cuba, enero (173.203.82.38) – Funcionarios del gobierno han informado que las casas llamadas de visitas, en poder de entidades estatales, serán desactivadas para que sean habitadas por familias necesitadas.
Por ejemplo, la casa que fuera de Manuel Aldana, próspero jardinero en la década del 40, y más tarde hacendado, es hoy la casa de visitas del Poder Popular. Y un apartamento de la familia Berga, situado en los altos del otrora Banco de Puerto Padre, convertido en farmacia, es la casa de visitas del Partido Comunista municipal.
Han plagado de eufemismos y sofismas el habla de los cubanos, y cabe preguntarse: ¿Qué es una casa de visitas? No me consta, pero como me lo narraron lo relato. Dicen que un día, cuando la farmacia estaba abarrotada de público (seguramente el día que la abastecen), aparcó bajo la casa de visitas del Partido Comunista un vehículo del que descendió un individuo llevando un bulto entre sus brazos. El hombre tropezó en el contén y el bulto se le escabulló, rodando calle abajo. Imagine el lector el asombro de los clientes de la farmacia cuando descubrieron que el bulto contenía varias libras de carne de res.
Cuentan que el militante del partido se lanzó sobre la bola de carne de vaca como lo haría un portero tras el balón en la final de la Copa del Mundo.
Esto sí me consta. Fue investigado. Durante los festejos por el 26 de julio de 2007, cuando el famoso discurso del General Raúl Castro en Camagüey, año en que Puerto Padre fue ganador en Las Tunas de la emulación por esa efemérides, estaban acá las máximas autoridades del PCC y del Poder Popular en la provincia.
Se movilizaban los dirigentes en ocho automóviles y en un microbús con cristales ahumados. Luego de sus discursos en la Plaza de la Revolución, donde quedó el pueblo bebiendo cerveza, ellos desaparecieron. Este cronista los localizó en las afueras de la ciudad, en la antigua casa de Manuel Aldana, hoy casa de visitas del Poder Popular.
Allí permanecieron sus ocho automóviles y el microbús hasta bien pasada la hora del almuerzo.
El cronista no sería bien recibido en la casa de visitas, pero por elemental curiosidad quería saber qué habían almorzado los jefes mientras el pueblo permanecía en la plaza bebiendo cerveza, y llamó al día siguiente al administrador de la casa haciéndose pasar por higienista.
-Con el administrador, por favor.
-Es el que habla.
-Trabajo en Higiene y Epidemiología y estamos haciendo una encuesta.
-Sí, dígame.
-¿Con qué capacidad refrigerada para almacenamiento cuentan ustedes ahí?
-No, no almacenamos alimentos aquí. Cuando recibimos visitas, del almacén del gobierno nos traen lo que debemos cocinar.
-¿Cuándo recibieron la última visita?
-Ayer.
-¿Para cuántas personas cocinaron?
-Para unas veinte.
-¿Qué cocinaron?
-Eso yo no se lo puedo decir. Para informarse debe dirigirse al gobierno.
Imagine el lector. Es secreto lo que se almuerza en la casa del gobierno, mientras el pueblo permanece en la plaza bebiendo cerveza aguada, festejando el día de la rebeldía nacional.
Casas como estas existen cientos en Cuba. Si las entregan al pueblo, como dicen, no pocos conseguirán dónde cobijarse, y hasta quizás haya un poco de carne en el mercado. Pero, ¿las entregarán todas? O, ¿acaso no se desprenderán de las de abajo para quedarse con las de arriba?