LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Durante la actual peregrinación de la Virgen de la Caridad por La Habana, el martes 29 de noviembre correspondió el turno a mi parroquia del Vedado habanero.
Por la tarde, la imagen fue llevada desde el Convento de las Madres Carmelitas Descalzas hasta la Iglesia del Rosario. Al frente marchaban el arzobispo capitalino Jaime Ortega y otros dignatarios eclesiásticos. El camino lo abrían agentes de la Policía Motorizada, que cerraron el tránsito en las calles transversales para permitir el paso de la nutrida columna.
La llegada al parque que enmarcan las calles 13, 14, 15 y 16 fue apoteósica. Miles de fieles ocuparon el patio del templo, la calle y la mitad del propio parque para participar en la misa oficiada por el Cardenal, y concelebrada por el Nuncio Apostólico en Cuba, el obispo auxiliar Juan de Dios y más de cuarenta sacerdotes.
En la prima noche se celebró una oración ecuménica con hermanos de otras denominaciones. Al decir del párroco, “fueron momentos muy lindos e intensos”. Después hubo 22 bautizos de adultos y se celebraron 6 matrimonios.
Durante toda la noche el templo permaneció abierto, con numerosos fieles que, a pesar del cansancio físico, oraban y escuchaban música sacra. A las siete repicaron las campanas, a las ocho y media una tresera cantó las mañanitas a la Virgen, y a las nueve se celebró la misa de despedida, con 29 bautizos de niños. Después, la imagen pasó por la policlínica de 15 y 18 y la Casa del Abuelo.
Más allá de la mera descripción de lo sucedido, toda esta intensa jornada llena de espiritualidad merece algunas consideraciones.
Ante todo, hay que destacar el acontecimiento que significa la apertura, en excelentes condiciones, del viejo templo de la Calle 16. Esto se dice rápido, pero hay que pensar en que, detrás de ese suceso, hay un trabajo enorme y difícil. Descuellan en esa labor dos sacerdotes buenos, ambos españoles y grandes amigos de Cuba.
Resulta imprescindible mencionar al iniciador de la magna obra, el padre Reginaldo Sánchez Pastor, que concibió el proyecto, recaudó el dinero y realizó día a día, durante lustros, las duras faenas de constructor, hasta lograr levantar el templo. De paso, consiguió también que la manzana ubicada frente a la iglesia formase lo que con toda justicia es conocido hoy como “Parque del padre Reginaldo”.
Y por supuesto que no podemos olvidar al actual párroco Joan Suñer Ramos, quien acometió la también ardua tarea de remozar el templo y acondicionarlo para la celebración de oficios. Con este fin, desde luego, supo acudir a filántropos extranjeros, pues ya sabemos que la miserable sociedad cubana de hoy carece de posibilidades económicas para un financiamiento como ése.
También vale la pena señalar la participación oficial en la peregrinación, no sólo en mi parroquia, sino por toda Cuba. En sus primeras décadas, el actual régimen preconizó el llamado “ateísmo científico”, y enarbola hasta hoy las doctrinas de Carlos Marx, autor de una frase célebre e impúdica: La religión es el opio de los pueblos.
Al parecer, los castrocomunistas, que en sus años iniciales creían en el inminente despegue económico, una acelerada industrialización y un desarrollo agropecuario y humano anonadante, pensaban que, con el enorme progreso material y espiritual previsto en sus planes, los cubanos nos olvidaríamos de Dios. En el ínterin, el adoctrinamiento leninista y la represión descarnada ayudaban a que los ciudadanos esquivaran las prácticas religiosas.
Pero al cabo de medio siglo de desastrosa gestión, el régimen de La Habana ha ahondado el subdesarrollo del país, y los cubanos de a pie lo único que palpan a diario es hambre, miseria y necesidades. En medio de la penuria imperante y las negras perspectivas para el futuro, es evidente que al gobierno, para mitigar la desesperación de sus súbditos, no le viene nada mal ese supuesto “opio”.
De todos modos, es acertado que los ciudadanos puedan expresar su espiritualidad sin verse sujetos a persecución ni a acciones coactivas. Y resulta estupendo que las campañas antirreligiosas no figuren ya entre los temas predilectos de la machacona propaganda comunista.