LA HABANA, Cuba, mayo (173.203.82.38) – No debe ser difícil ejercer la autoridad. Ni siquiera es meritorio por sí solo. Lo difícil y meritorio es ganarse el derecho a ejercer la autoridad mediante su ejercicio. Este es otro de los conflictos que traen patas arriba a la sociedad cubana de nuestros días.
Que haya tenido razón el filósofo Thomas Hobbes al sentenciar que es la autoridad, y no la verdad, la que hace las leyes, no significa que actuar en contra de la verdad le baste a las autoridades para autentificarse como verdaderas.
Por ahí debió empezar a entrarle el agua al coco en nuestro caso. Toda vez que el gobierno revolucionario, al erigirse en dictador de los cubanos, violentó los fundamentos de la autoridad, la cual, como es sabido, difiere del poder en que no es una fuerza que se impone, sino un privilegio que se confiere mediante el reconocimiento y la obediencia, así que hay que conquistarlo convenciendo.
No hay manera de apropiarse auténticamente de la autoridad imponiéndose desde la autoridad misma. Y en Cuba no sólo nos ha sido impuesta la autoridad política, sino que a partir de esta, mediante sus lecciones, bajo su influencia, fueron también violentadas las otras de vías de acceso a la autoridad. No en balde las autoridades, todas, y aun la autoridad como concepto, están aquí en bancarrota.
La policía, las instancias jurídicas, los directivos de centros laborales, la administración pública, y en general los jefes mayores y menores no son respetados, sino apenas temidos. A los padres y maestros ni se les respeta ni se les teme. Ante las instituciones del poder, incluidas las organizaciones políticas y de masas, no se manifiesta más que el común desdén, o displicencia y burla.
La lista podría resultar interminable, ya que luego de mencionar todas las formas de autoridad que se representan a través de personas, habría que seguir con sus representaciones conceptuales: decencia, honorabilidad, respeto.
Por eso nos parece estrafalaria la connotación que algunos medios de prensa le están dispensando a los llamados lineamientos del partido comunista de Cuba, en tanto base de reformas –así dicen- destinadas a sacar al país de la crisis.
Si alguna autoridad carece totalmente de autoridad entre nosotros, por la forma en que se ha impuesto y por nuestra propia forma de asumirlo, es el partido comunista. Lo demás sería fácilmente deducible, incluso hasta para la prensa extranjera.
Nota: Los libros de este autor pueden ser adquiridos en la siguiente dirección: http://www.amazon.com/-/e/B003DYC1R0