LA HABANA, Cuba, mayo (173.203.82.38) – Los cubanos, que conocemos bien el paño, estamos a la espera de una Reflexión que nos anuncie el fin del mundo, a cargo de nuestro viejo e invicto líder Fidel Castro. No olvidemos que en la Sierra Maestra ya el jefe poseía un fusil con mirilla telescópica para ver más allá de su entorno. Hoy, como no deja de usar el mismo fusil, lo predice todo.
Hace algunos meses se asomó a la ventana, desvelado, en su lujosa y militarizada casa de Punto 0, y como vio caer bombas por todo el planeta, lo escribió en su columna Reflexiones a la mañana siguiente:
-Lo dije, lo dije: ¡La guerra nuclear!
Más adelante, en la medida que todo lo presentía como buen profeta que es, comenzamos a conocer, a través de sus Reflexiones, cualquier cantidad de los muchos sustos que nos puede dar la Tierra: huracanes, terremotos, tsunamis, el calentamiento global; el demonio que nos amenace, como si realmente pudiéramos salvarnos de los cataclismos con tan sólo estar informados.
El que teme sufrir, ya sufre el temor, dice un viejo proverbio chino, y tiene razón. ¿Por qué sufrir de antemano el temor, por qué preocuparse tanto, si, como ha vaticinado nuestro Padrecito, el mundo se acabará y el ozono seguirá influyendo en el cambio climático?
Por estos días estoy a la espera de una reflexión donde Fidel nos explique con lujo de detalles las incógnitas del calendario maya, que termina el 21 de diciembre de 2012, fecha que muchos vaticinan como el último día de vida de la humanidad.
O sea, que si a nuestro Padrecito le da por repetir la tan cacareada teoría que predice el fin del mundo, según los mayas, estamos fritos.
No perdamos de vista que le gusta que sus militares, sus asalariados, sus jóvenes estudiantes, sus niños, sus jubilados, sus amas de casa, sus enfermos mentales, todos en general, sufran de temores cada día, no sólo para mantenerlos entretenidos, sino para que piensen que El es el salvador de todos.
Tal como hizo venir a La Habana en agosto del 2010 al estadounidense Alan Robock, profesor de la Universidad de Rutgers y experto en la teoría de desastres llamada invierno nuclear, hará venir también al octogenario indígena maya Apolinario Chile Pixtun, ordenará hospedarlo en la mejor suite del mejor hotel de La Habana, para bombardearlo con preguntas sobre la predicción.
O tal vez, como dictador todopoderoso, se comunique con Nostradamus, para exigirle, que se deje de profecías ambigua, y le confirme si el mundo se acabará en 2012, para poder escribir una buena Reflexión.