LA HABANA Cuba, febrero (173.203.82.38) – En épocas remotas, las comunidades humanas vivían aisladas entre sí, de manera que lo ocurrido en una le resultaba desconocido a las demás, desaprovechándose la experiencia que pudiera reportar para el conjunto de la especie.
El lento y progresivo desarrollo de las comunicaciones fue propiciando la interacción entre los diversos grupos humanos, con sus ambivalentes secuelas de signo contrario. Para bien y para mal.
Del chasqui a la hoguera, de la diligencia al vapor, el genio creador dio al mundo la telegrafía y, en su tiempo, el invento que deslumbró a sus coetáneos: el teléfono.
Las generaciones nacidas con posterioridad a la existencia de este increíble adminículo deberán creer que existió siempre, o que fue algo fácil de descubrir; o quizás ni siquiera se detengan a pensar en esto. De ahí la familiar dependencia con que la juventud de hoy se relaciona con el celular, pues este pequeño artefacto sirve para casi todo.
Gracias a la telefonía móvil, que a los cubanos nos llegó muy tardíamente, en 2008, y para citar un ejemplo práctico, nos enteramos en La Habana, al momento, de lo que sucede en Holguín con los hermanos Lima Cruz, detenidos desde el 25 de diciembre del pasado año. Mediante sucesivos SMS, Marco Antonio y Adis, padres de los jóvenes, nos mantienen al corriente de la situación de sus hijos.
Adivinando el dolor con que fue redactado, un mensaje de Adis nos detalla el atropello contra el elemental derecho de uno de sus hijos a recibir asistencia médica. Transcribirlo ayuda a la comprensión de su dolor.
Minutos después, otro mensaje nos traía, en dolorosa y apretada síntesis, la angustia de una madre ante la impotencia de no poder proteger a sus hijos.
A través de la telefonía se tramiten penas y alegrías, triunfos y derrotas, avances y retrocesos. A costa de sacrificios, los disidentes y defensores de los derechos humanos comunicamos los abusos y atropellos de las autoridades, mientras estas cuentan con ilimitados recursos para espiar y perseguir a cuantos cuestionen y denuncien el ejercicio arbitrario del poder.
En favor de sus intereses egoístas, los gobernantes usan y abusan de la magia de la telefonía celular.