LA HABANA, Cuba, septiembre (173.203.82.38) – La prensa oficial no informa el daño que ocasiona la burocracia a las empresas, y sus efectos negativos en el crecimiento económico de la nación.
La burocracia no es un fenómeno aislado que marcha en contraposición al socialismo, sino el resultado de la negativa política de centralizar y estatizarlo todo.
Los organismos centrales toman sus decisiones y las instancias intermedias y de base están obligadas a cumplirlas, pero no pocas veces la excesiva centralización conspira contra el funcionamiento de las instituciones.
Esta hipertrofia ha propiciado que la burocracia sea una fuerza dominante, que por su esencia entorpecedora provoca pérdidas de recursos, tiempo y un malestar generalizado.
Dado el extremo control que ejerce la burocracia, los daños que ocasiona son irreparables. Los directivos de las empresas no tienen autonomía para decidir cuándo sus inventarios ponen en peligro los procesos productivos por el abarrotamiento de los almacenes.
Tanto la administración como los trabajadores, siendo teóricamente los dueños, son impotentes, porque no están autorizados para dar salida a la producción estancada, lo que acarrea el incumplimiento de los planes y repercute negativamente en los salarios de los obreros y la economía.
Como ejemplo pueden citarse los casos de las industrias Hormigón y Terrazo, de La Habana; y de cemento, de Nuevitas donde, por los excesos en sus inventarios de cientos de miles de bloques y baldosas, y los silos abarrotados de cemento, la producción se paralizó por más de una semana. Simultáneamente, las tiendas de materiales de construcción permanecen vacías o mal abastecidas. De igual forma, las inversiones no marchan con la rapidez requerida debido a la carencia de cemento.
Los que solicitan tierras en usufructo, amparados en el Decreto-Ley 259, tropiezan con los obstáculos que imponen los burócratas del Ministerio de Agricultura. Las trabas burocráticas a la aplicación de esta legislación, vigente hace tres años, han impedido que las cosas marchen con la celeridad que la producción de alimentos demanda. Todavía falta por entregar más de un millón de hectáreas que continúan ociosas.
La consigna del gobierno de que la producción de alimentos es un asunto de seguridad nacional, no se corresponde con la actuación de los burócratas del Ministerio de Agricultura.
En estos momentos se reportan incumplimientos en las entregas de los insumos a los cooperativistas y campesinos. En el caso específico del cultivo de frijoles, sólo han recibido el 60% de las asignaciones, lo que pone en peligro la producción prevista para este semestre.
A los productores se les informó que estos recursos están almacenados en las delegaciones provinciales, pero por trabas burocráticas y papeleos, todavía no han llegado a las cooperativas y los campesinos.
Estos problemas conspiran contra una producción destinada a la sustitución de importaciones. Pero los burócratas, refugiados en las dependencias del Ministerio de Agricultura persisten en la irresponsabilidad, sabiendo que su negativa actitud afecta la labor de los productores del campo