LA HABANA, Cuba, febrero (173.203.82.38) – Sorprendentemente los periódicos The Miami Herald y El Nuevo Herald recibieron espacio rimbombantemente positivo en el noticiero del mediodía de la televisión el 25 de enero, porque “amigos de Cuba lograron colar” un anuncio con las fotos y en demanda de la liberación de los 5 cubanos condenados como espías, y que el gobierno cubano considera héroes. Era la mayor evidencia de otra “victoria contra el imperialismo yanqui”, por eso mostraban las páginas. Indudablemente, el simbolismo es inmenso. Esos diarios son sistemáticamente acusados de parcializados por las autoridades cubanas y los medios oficiales.
El 11 de enero el titular: “Colocan valla de los cinco en pleno corazón de Miami”, había ocupado la primera página del periódico Granma, y espacios en otros medios. Se decía que en el mismo corazón de la Pequeña Habana, exactamente a unos metros de Magic City Casino (450 NW 37th Ave), apareció una valla con los retratos de los cinco cubanos antiterroristas, con el mensaje “Free the Cuban Five”; valla auspiciada por la Alianza Martiana. Pero el 13 de enero, también en la primera página, se informaba que la valla había sido retirada: “Por 24 horas se respiró en Miami aires de tolerancia y libertad de expresión”. Según se ha sabido otros cubanos hablaron con quienes alquilaron el espacio y decidieron remover la valla.
Poco después, el programa Mesa Redonda de la televisión entrevistó vía telefónica a Andrés Gómez, organizador de una “caravana” que recorrería céntricas calles de Miami para pedir la libertad de los 5, y preveía disturbios, pero al día siguiente, en el mismo medio expresó que los autos habían recorrido las calles sin ninguna dificultad e incluso la policía los había acompañado. Posiblemente esa fue la causa de que no se encontrara en grandes letras en los periódicos de acá.
En realidad, estas son victorias pírricas de las autoridades cubanas y quienes las apoyan, que mueven a las comparaciones hasta a la persona más ingenua y desinformada. Los hechos demuestran el respeto a la libertad de opinión, expresión, reunión y asociación pacífica, la independencia de los medios y el derecho a la toma de decisiones personales en Estados Unidos. Incluso el Sr. Gómez ha encanecido desde que viajó por primera vez a Cuba con una brigada de solidaridad con el gobierno, y son incontables sus estancias a pesar de las restricciones de viaje. Quizás haya tenido que pagar multas en su país, pero no ha permanecido hacinado en una prisión de Estados Unidos, como ha ocurrido a miles de cubanos que han intentado cruzar ilegalmente el Estrecho de Florida, desesperados por no recibir el indispensable permiso de salida del gobierno, conocido como la “tarjeta blanca”. Muchos otros han muerto en el intento.
Ahora mismo permanecen en las cárceles algunos de los prisioneros de conciencia del Grupo de los 75 que no quieren viajar a España y muchos reos políticos pacíficos más. Lamentablemente, los conmovidos miembros de la Alianza Martiana y otros grupos de cubano-americanos y norteamericanos no se han interesado por las acusaciones injustas, los juicios sin garantías procesales y las horribles condiciones de las prisiones en Cuba, incluida la prisión provincial de Guantánamo, a pocos kilómetros de la existente en la estadounidense Base Naval de Guantánamo.
Los isleños no podemos expresar libremente nuestras ideas. No se publican nuestros escritos, ni tenemos acceso a la televisión y la radio, si no seguimos los guiones del Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). La inscripción de una organización no gubernamental, la colocación de un cartel y una reunión pública, por pequeñas que sean, no son autorizadas. Los lugares de encuentro son rodeados y hay detenciones para impedir la asistencia. Ni pensar en recorrer calles con altavoces y consignas. Desde marzo de 2005 se restablecieron los infaustos “mítines de repudio” donde grupos de cubanos, arriados por la policía política y las supuestas organizaciones de masas, se lanzan con gritos, ofensas y, en ocasiones, hasta golpes, contra otros cubanos pacíficos e indefensos.
Ciertamente, estimulan las libertades de la imperfecta democracia yanqui. En Cuba todavía no hemos podido llegar a ejercer el derecho de perfeccionar nuestra democracia, porque sencillamente no existe ninguna. Las autoridades cubanas tan dadas a proclamar los logros de su sistema, siempre con la intención de mostrar superioridad respecto a Estados Unidos, en su patio tendrían que permitir actividades semejantes a las de sus admiradores en las calles de Miami, Washington DC, Nueva York, El Paso, Los Ángeles y otras ciudades, que divulgan a bombo y platillo.