LA HABANA, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 – A las 10 de la mañana la larga fila de autos avanza lentamente hacia el sur por la Carretera 100. Son decenas, pertenecen a empresas del estado o llevan las importantes matriculas HK, también hay autos de renta de turismo. Se amontonan en una avenida estrecha, llena de baches y con mala señalización, pujando en su lucha por avanzar con almendrones (autos norteamericanos de los años 50) y camiones de transporte de pasajeros. Es la ruta hacia la Feria Comercial de La Habana, que cada año se celebra en la primera semana de noviembre, en el recinto ferial Expocuba, ubicado a unos 30 kilómetros del centro de la ciudad.
Como todos los años, a través de los medios oficiales el gobierno se encarga de alabar el supuesto “éxito” del evento, el alto número de empresas presentes o la elevada cartera de negocios abierta. Pero al visitar la Feria, nada indica eso. Grandes espacios vacios. Metros y metros del recinto expositivo sin aprovechar, pequeños grupos de personas aquí y allá. Pocas reuniones de trabajo y muchos comensales, la mayoría extranjeros, disfrutando de los restaurantes improvisados en el lugar.
La corrupción y el cambalache se enseñorean en los stands de promoción de las empresas cubanas, quizás como un reflejo de lo que ocurre en las mismas. Lo mismo que en las compañías, fuera del recinto ferial, aquí funciona una suerte de mafia interna. Los productores de quesos intercambian “muestras” con el proveedor de chocolates, o con el de huevos y carnes. El funcionario que va a tomar cerveza gratis al stand de ACINOX , debe garantizar que los funcionarios del acero reciban igual trato en el stand de su empresa, aunque no tengan ni un centavo prieto para hacer negocios entre las respectivas compañías. Así funciona el cambalache entre las empresas y la coima para los socios.
Según Antonello Calvi, Director de Marketing de Urban Green, una compañía dedicada a la construcción de casas ecológicas y vinculadas al medio ambiente, la feria funciona como un evento discreto, sin mayor impacto empresarial, ya que verdaderamente las decisiones de negocios en Cuba se toman al más alto nivel del gobierno, no entre empresarios independientes. Por lo que existen pocas posibilidades de que se efectúen negocios directos entre las empresas extranjeras que exponen y las cubanas.
El Ingeniero mexicano Jorge Villafranca, de OGMAN, una empresa dedicada a la producción de tuberías, válvulas y conexiones de acero inoxidable, cree que Cuba tendrá que esperar un mejor momento para convertirse en el gran centro de negocios del Caribe. Y que con su relanzamiento comercial, arrastrará hacia delante a todas las Antillas. Finalmente añade: “Pero, no quiero hablar de política en un país de gente tan amable y cariñosa con nosotros los mexicanos.”