LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Otro personaje del folclor de Jaimanitas es Jesús el loco, quién pudiera pasar a las memorias del pueblo como el iniciador de las protestas callejeras.
Es el hijo menor de la primera generación de los Bustamante, famosos en la búsqueda submarina, en las playas de La Habana, de prendas perdidas por los bañistas, iniciadores del negocio de la calandraca para carnada, y notoria también la familia por el hacinamiento en que viven, pero el loco resulta el más expuesto, y sus arrebatos son siempre noticia en el municipio.
Jesús fue el único de la numerosa prole que no pudo vivir del mar, por su retraso; y sin embargo, descubrió un artilugio eficaz para agenciarse cama y comida, como preso en las celdas de la Estación de policía. Utilizó este ardid también como represalia contra los abusos de hermanos y sobrinos, que se aprovechaban de su incapacidad para molestarlo, y luego su madre tenía que ir a la Estación con el certificado médico para sacarlo.
La manera más efectiva que encontró para que el patrullero lo cargara rápido era gritar obscenidades contra el gobierno. Subido en un banco del parque soltaba su intensa alocución impúdica con una jerga rimbombante, y enseguida algún vecino llamaba a la patrulla que venía a recogerlo.
A veces le daban golpes para que se callara, y cuando entraba en la celda se acostaba a dormir en un rincón, algo muy difícil de conseguir en su casa. Comía con tranquilidad, hasta fumaba por cortesía de los reos. Muchas veces se resistió a dejar el encierro, y sus padres tenían que convencerlo con promesas de protección.
Hace unos días el jefe de la estación dio la orden de no recogerlo más, que lo dejaran vociferar lo que quisiera. Jesús ha tenido que moverse a otros municipios donde lo arrestan por varios días, pero al final lo dejan porque se trata de un loco sin remedio.
Ayer me lo encontré en la calle, me saludó con la efusión que lo caracteriza, y confesó que la estaba pasando muy mal con el problema de la vista, quería leer, informarse, y no podía por falta de espejuelos. Cuando conseguía la receta no tenía el dinero, cuando tenía el dinero no había su graduación, cuando había su graduación la receta ya estaba vencida.
Vaya, que Jesús está loco por partida triple.