LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Recientemente ocurrieron dos sucesos violentos en Jaimanitas, que parecerán exclusivos de este pueblo habanero, pero no es así. Se repiten a diario en otros barrios, pues todos parten por igual de la sinrazón intrínseca que acompaña al absurdo en Cuba.
El primero fue protagonizado por Cachimba, de 52 años y de oficio soldador, quien apuñaló sin motivo a su yerno Andy, de 17 años, con un cuchillo mata vaca, que penetró por el hombro y llegó hasta el pulmón. Andy estuvo a punto de perder la vida en el hospital Calixto García, de El Vedado, donde los médicos lucharon durante tres días para salvarlo. Ahora se recupera en su casa de Tercera y 228, en Jaimanitas.
Sin haber salido del susto, este muchacho cuenta que eran las diez de la noche del sábado, y se entretenía jugando atari sentado en el contén, frente a su casa, cuando, de repente, apareció su suegro con el cuchillo y le asestó el golpe en el hombro. No recuerda nada más.
Ahora sabe que Cachimba estaba en el cabaret Los Marinos esa noche, muy borracho, y salió riñendo con su sobrino Emiliano, que lo golpeó con un tubo. Cachimba corrió a su casa y buscó el cuchillo, pero cuando regresó al lugar de la bronca, su sobrino se había ido, así que fue en busca de Andy.
Arrepentido del producto de la borrachera y de su salvajismo, ahora Cachimba le da cabezazos a las paredes de la celda donde se encuentra, en la 5ta. estación de policía, con una condena de años que tendrá que cumplir, mientras que para Andy la vida ya no es más aquel lugar seguro, donde podía jugar tranquilamente atari sentado en el contén.
El segundo hecho es igual de siniestro, aunque menos sangriento. La paliza propinada por Boris a su madre, en la noche de un domingo. Boris tiene 27 años, es alcohólico y, por supuesto, no trabaja. Su madre lo hace por él, para proveer la casa y la botella diaria. Limpia casas, trabaja de mensajera en la bodega, lava y plancha para la calle. Pero el domingo sólo logró ganar unos pocos pesos, que se les fueron en la comida. Cuando el hijo despertó de su borrachera, por la tarde, y pidió dinero para buscar más ron, no había. Entonces le cayó a piñazos a la madre y le hinchó los dos ojos.
La mujer, aterrorizada, escapó por la puerta del patio y brincó la cerca trasera que da a la casa de una vecina, quien la escondió en un cuarto. No obstante, la pobre mujer maltratada le rogó a su vecina que no llamara a la policía, porque si su hijo vuelve otra vez a la cárcel, dijo, ella se muere.
Boris es reincidente en los maltratos a su madre. El hecho más repulsivo que puede cometer un hijo. En la mayoría de los casos de este tipo de maltratos, es la madre la responsable del encubrimiento del delito, para proteger de la prisión a los hijos.