LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – Alcanzar el piso 23 del edificio del Retiro Médico, en 23 y N, en el Vedado, era como alcanzar el cielo y tener la tierra a los pies por la majestuosidad del paisaje que se divisa desde las alturas. Hasta hace un mes se podía llegar en ascensor a la cúspide. Ahora es un suplicio; hay que vencer piso por piso por las escaleras.
El ascensor está roto. La desesperanza cunde entre los cien residentes de los pisos más altos, empezando por la octava planta, entre los que hay ancianos, enfermos y algunos limitados físicos. Los pisos más bajos tienen uso comercial y están ocupados por entidades estatales.
Los inquilinos se han quejado en diferentes organismos. Piden ayuda para salir del enclaustramiento involuntario, pero el problema no se resuelve.
“¿Qué hacer con un enfermo grave de momento, o con cualquier accidente que ocurra en los pisos altos; para salir y regresar de la bodega, ir a la escuela, al trabajo?” –pregunta Pancho Riquelme, turbado y jadeante, próximo a alcanzar la planta diecisiete. El problema -también la esperanza para los angustiados vecinos del Retiro Médico- está en manos de UNISA, empresa estatal dedicada a la reparación de ascensores de edificios altos de La Habana.
Pero no todo es coser y cantar en UNISA. Han localizado el problema: La caja de bolas, el motor principal que hay que sustituir, pero “nadie sabe la numeración para tratar de conseguir la pieza en otra empresa, o comprarlo en el extranjero con autorización del ministro porque esa compra es en divisa. Hay que extraer el motor de su emplazamiento de hace más de medio siglo. Esta operación es muy complicada, es otro problema”, expresó Miguel Ronda, operario de UNISA
-¿Es tan difícil?
-Sí, hay que sacar el motor, abrirlo, quitar la caja de bolas, comprobar si tiene la numeración y buscar la sustituta. Se necesita herramientas de oxicorte, extractor, burro de madera, escaleras, grúa y un camión de carga. UNISA carece de la mayoría de esos medios.
La preocupación de todos es que UNISA, que no tiene culpa de que el gobierno la ponga al final de la cola en recursos, no pueda arreglar el ascensor. “Nunca se le dio mantenimiento” -afirma Pancho.
-Y no sólo es este ascensor. ¿Se asombra porque el Retiro Médico tiene los dos elevadores rotos? Métase de lleno en los edificios de la ciudad. ¡Verá que tiene que subir y bajar escaleras como un condenado! El problema de elevadores que no funcionan es en toda La Habana -enfatiza Ronda.
El edificio del Retiro Médico fue construido en la década del cincuenta. Por su sólida construcción, bellas líneas y funcionalidad fue merecedor entonces de la Medalla de Oro concedida por el Colegio Nacional de Arquitectos de Cuba.