LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – Si al hombre primitivo le hubieran dicho que iba a terminar conectado a una computadora navegando por internet, seguro respondía con un mazazo.
Pero los tiempos corrieron, de aquel neandertal salió este individuo del siglo veintiuno, que vive en Cuba, y que, aunque ahora se lo nieguen, va a terminar sentado frente a una máquina, herramienta de trabajo, de información, o de socialización, derivadas reconocidas de los programas de televisión Las razones de Cuba, y La cíber guerra, presentado el pasado lunes en Cubavisión.
Pasaron ante las cámaras las opiniones de autoridades cubanas en el tema de internet, blogueros y periodistas oficiales. Una voz en off que remarcaba las imágenes, y mucho Google, Twitter, Facebook, sitios digitales acompañando caras de presidentes de los Estados Unidos, la cabeza de un águila imperial que alternaba con links y ventanas abiertas, y mucha información incomprensible para el cubano.
Esa noche el gobierno le brindó al pueblo de Cuba, que no conoce de la misa la media en este campo, “acceso” gratuito a internet durante algunos minutos, porque está prohibido, limitado a público privilegiado.
También se vieron a Las Damas de blanco marchando; puertas de embajadas que se abrían, y el plato fuerte: los premios en metálico ganados por la bloguera Yoani Sánchez.
Puede volverse una tentación para algunos de los que vieron el programa convertirse en bloguero, y creer que postear es más fácil que acertar un número en la bolita, abrir una paladar, o hacer algún negocio ilícito, de los tantos que pululan en Cuba, donde se vive hoy bajo el lema: sobrevivo, luego existo.
Del programa de televisión La cíber guerra, más que con el recuerdo de los aviones de combate dirigidos por computadoras y el virus que impidió despegar al escuadrón aéreo iraquí para el contraataque, la gente en Cuba quedó con la amarga sensación de vivir en el mismo atraso de incomunicación e información que aquel neandertal de hace doscientos siglos.
Tal vez a un anciano a punto de morir no le interese más conexión que la de su tubo de oxigeno, pero los cubanos de hoy y las generaciones futuras, luego de sortear los escollos de los filtros, podrán vivir a tono con el mundo y con su nuevo lema: Me conecto, luego existo.