LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – No puedo asegurar que la totalidad de los comunicadores independientes y la sociedad civil prodemocrática en Cuba, quedáramos boquiabiertos con el cambio de casaca de quien fuera el reportero habitual de las Damas de Blanco, Carlos Serpa Maceira (agente Emilio de la Seguridad del Estado). El documental “Las razones de Cuba”, transmitido por la televisión oficial el sábado 26 de febrero, por sobre todo viene a justificar el repudio internacional hacia el gobierno cubano y sus órganos represivos.
Obviamente, el guión escrito para Emilio- al menos en lo referente a sus menesteres en la “contrarrevolución interna”- llegaba a sus finales y era hora de que el “loco” o el “intranquilo”, como muchos solían apodar a Serpa Maceira, regresara a la normalidad.
En este nueva saga de agentes encubiertos plantados en las filas de la disidencia interna, el espanto pasará y el resultado no será otra que dejar claro al mundo cómo la fabricación de noticias falsas corre a cuenta del gobierno.
De Carlos Serpa Maceira, el agente Emilio, se decía que había sido un policía tronado en la Isla de la Juventud. Desapareció de las filas opositoras poco después del séptimo aniversario de la Primavera Negra de marzo de 2003. Los rumores decían que había sufrido un pre infarto cardiaco a consecuencia de sus actividades contestatarias y que, por consiguiente, estaría fuera hasta obtener el permiso de salida hacia los Estados Unidos.
¿Qué ganan estos agentes después de su destape como “héroes” de la revolución? ¿Pudiera Serpa Maceira correr la misma suerte de Arsenio Saavedra Candelario, administrador de la heladería Coppelia, el ex agente Felo, encarnado por el actor cubano Albeto Pujol en su personaje “El Tabo”, del serial televisivo “Su propia guerra”?
Saavedra se infiltró dentro de la delincuencia del barrio de Belén y cuando se supo de sus delaciones, recibió pescozones, puñaladas y hasta plomazos a quemarropa. No lo creo, afortunadamente, a Serpa-Emilio, aunque hoy La Habana le quede grande y distante, le tocó lidiar con gente pacífica, nadie le va a dar ni un cocotazo.
Dado que Emilio puede “caer bien parado” en su nueva vida y quizás administrar el Coppelia de la Isla de la Juventud o hasta lograr algún puestecito en la terminal aérea de Gerona, le espera una nueva guerra. Donde quiera que ofrezca sus “servicios” a la Patria, tendrá que lidiar con otros contrarrevolucionarios, y no hablo de opositores, sino de esos que sobreviven robándole al Estado; o sea, casi todo el pueblo.
Serpa Maceira no tendrá que huir de los delincuentes, como el menos afortunado administrador de Coppelia; los delincuentes huirán de él. ¿A qué vendedor clandestino se le ocurrirá tocar a su puerta?
Es su original “código de ética”, Serpa Maceira seguramente va a mantener su teléfono móvil gratis y los pesitos convertibles de estímulo cada mes, al menos por un tiempo, hasta que pasen sus cinco minutos de fama y lo “racionalicen”.
De alguna manera el régimen tiene que demostrar que la oposición interna está compuesta por “mercenarios al servicio del imperialismo”. Así trata de justificar sus actos de barbarie como el hundimiento del remolcador 13 de marzo, el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, el fusilamiento sumario de tres jóvenes en 2003 o los golpes y palos propinados por turbas a mujeres indefensas; por mencionar solo algunos.
En cuanto a los agentes destapados y por destapar, los pobres, tendrán que librar su propia guerra; hasta que la muerte (y no sus jefes) los jubile.