LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -El pasado cinco de agosto se cumplieron cincuenta y cinco años del fallecimiento de Regino E. Boti, considerado el primer gran poeta cubano del siglo XX y, junto con José Manuel Poveda y Agustín Acosta, renovador de la poesía cubana. Los tres fueron protagonistas de un hecho inédito, pues, por primera vez, un movimiento literario surgía desde el interior del país.
Pero Boti no fue solamente un poeta importante, lo cual demostró con libros como Arabescos mentales (1913), El mar y la montaña (1921), La torre del silencio (1926), Kodak ensueño (1929), y Kindergarten (1930). También fue político, maestro, periodista, historiador, ensayista y notario. Todo ello provocó que, desde 1913, su prestigio intelectual fuera reconocido en todos los ámbitos intelectuales de la Isla.
Su nieto y albacea literario, el Dr. Regino Rodríguez Boti, ha dado a conocer parte de la extensa correspondencia que el poeta sostuvo con numerosos intelectuales de su tiempo. Eso ha permitido ratificar su papel rector en el ámbito literario cubano, ejercido desde el ostracismo de la aldea. Entre esa abundante correspondencia se encuentra la que sostuvo con Nicolás Guillén.
En 1930, Guillén publicó su poemario “Motivos de son”, y Boti dio a conocer un breve estudio sobre la obra del camagüeyano en el Diario de la Marina, el 21 de septiembre, resaltando los méritos del texto. A este análisis Nicolás Guillén respondió con una carta de agradecimiento, fechada el 29 de septiembre -prueba de que entonces sí funcionaba bien el correo-, en la que aparecen frases de vívido agradecimiento y una devoción extraordinaria hacia Boti.
Esta carta dio pie a un intercambio epistolar muy interesante, cuyas numerosas connotaciones resulta imposible abordar aquí. Hay momentos en que Guillén se subordina totalmente al criterio de Boti, a quien constantemente le pide consejos sobre sus proyectos literarios y de vida. Fue Boti quien expresó por primera vez que los versos de “Motivos de son”, a pesar de sus innegables méritos, eran de escaso caudal y fue quien sugirió a Guillén que ahondase en esa búsqueda.
Cuando Guillén publicó su poema “Secuestro de la mujer de Antonio”- que luego formaría parte de “Sóngoro Cosongo”-, Boti le escribió: “Leí el Secuestro de la mujer de Antonio. Es colateral de los Motivos, pero de tono mayor. Una serie de composiciones así formaría un modo de romancero -y que no tiemblen los tradicionalistas por el uso de la palabra popular cubano-, al cual puede Ud. encontrarle un título genérico adecuado”.
Esa correspondencia y amistad se mantuvo durante varios años. Guillén visitó Guantánamo en tres ocasiones, y Boti lo atendió con amistad. Sin embargo, algo pasó entre ambos, a finales de la década de los años cuarenta, y todo parece indicar que el distanciamiento se produjo por razones de índole política. Lo cierto es que durante aquéllos años del entusiasmo y admiración de Guillén por Boti, el primero llegó a dedicarle al guantanamero su poema “La rumba”, y así apareció publicado, lo cual consta en el Archivo Boti.
Sin embargo, cuando el poema fue publicado, en las páginas 110 y 111, del tomo I de la Obra Poética de Nicolás Guillén, en la edición realizada por Letras Cubanas, en 1980, ya no aparece la mencionada dedicatoria. También en varias ocasiones, la Dra. Florentina Regis Boti León, hija del poeta, contó que cuando en 1978 se celebró el centenario del natalicio de Boti y se pidió a la UNEAC su opinión, el propio Guillén dijo que Boti no se merecía un festejo por su centenario.
En la Valoración Múltiple sobre Nicolás Guillén, publicada por Casa de las Américas, se volvió a publicar el ensayo de Boti, pero Guillén, al responder una pregunta sobre la repercusión que tuvo “Motivos de son” entre los escritores de la época, no mencionó a Boti. Tal omisión resulta muy contradictoria, si tenemos en cuenta que en sus memorias, tituladas “Páginas vueltas”, pág. 114, publicadas en 1982, Guillén afirmó sobre Boti que: “…olió enseguida la flor de los versos y alentó a su autor con nobles palabras, tan dignas de un gran poeta, como de auténtico creador”.
Ese fue un tiempo muy cercano a la década de los años setenta, lapso al que muchos califican como “decenio gris”. ¿Estuvo Guillén constreñido por las circunstancias de la época para negar la presencia de la UNEAC en el centenario de Boti? Habría que investigar entre su papelería para descubrir la causa del alejamiento de estos dos grandes poetas cubanos.